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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Un viaje por el alma de Sudán

José Naranjo

Mujer kababish en Sudán. / Foto: ENIKÖ NAGY

Como tantos otros, Enikö Nagy llegó a Sudán un día con el corazón lleno de buenas intenciones y esa versión única que circula sobre el continente, la de la guerra, el hambre, la miseria y la violencia. Dos años después, con las maletas listas para partir, decidió renunciar a todo, quedarse y llevar a cabo un viaje fantástico por la geografía, pero también por el alma de un país, Sudán, con el que fue tejiendo una sólida historia de amor. Seis años y 30.000 kilómetros después, esta trabajadora social que quería ayudar en África y que acabó sumergiéndose en lo más profundo de una cultura fascinante nos trae un regalo en forma de libro, exposición y documental que, en realidad, es mucho más que una sucesión de imágenes o frases. Nos trae una llave maestra para cambiar nuestra mirada del mundo. “Nosotros necesitamos más a África que ella a nosotros”, dice. Arena en mis ojos, en la sede madrileña de Casa Árabe. Vale la pena.

Enikö Nagy (1979) es una mujer menuda, pero de mirada directa y convincente. De padres húngaros, nació en Rumania y creció en Alemania hasta que un día llegó al este de África para convertirse después en una joven cooperante a sueldo de la Agencia Alemana para el Desarrollo. Su destino fue Sudán, en concreto Kordofán del Norte. “Pasé dos años en los que apenas estuve en contacto con una o dos personas que hablaban conmigo en inglés. Allí la vida es simple, esencial. Hay agricultores y pastores nómadas, pero sobre todo mucho respeto, códigos de conducta y una calma y una paz que no podía imaginar. En el último momento decidí quedarme”, asegura.

Enikö Nagy pasó de cooperante a interesarse por la tradición oral de Sudán.

“Yo formaba parte de esa idea que tenemos de que África es pobre y debe ser ayudada, una idea tan extendida que hasta los propios africanos la han asumido. Sin embargo, cuando das a la gente la oportunidad de hablar sobre ellos mismos, cuando los escuchas, empiezas a comprender la inmensa riqueza que tienen. Y comprendes también que necesitamos su africanidad, que necesitamos estilos alternativos de vida. Pensamos que nuestro mundo es el desarrollado, pero hemos perdido la capacidad de razonar que tienen los nómadas y los agricultores autosuficientes, su respeto al Medio Ambiente, su fuerte vida comunitaria, su sentido de la justicia. Allí, por ejemplo, los contenciosos se resuelven sobre la marcha gracias a la justicia tradicional, basada en el diálogo y con el propósito de alcanzar la paz y la reconciliación, cuando en los sistemas formales pasan años hasta que se arreglan. Todo se soluciona en el seno de la comunidad, no existen las cárceles en las zonas remotas. Tampoco la soledad, todo se comparte”.

Era el mes de marzo de 2009. La cooperante se despojó entonces de sus viejas vestiduras y emprendió un viaje que duró seis años a lo largo y ancho de las regiones de Kordofán del Norte y Kordofán del Sur, documentando la realidad de hasta 45 tribus y grupos étnicos diferentes. Con algo de dinero que había conseguido ahorrar, pero, al principio, sin el apoyo de ningún organismo, empresa o institución. “Sola y por mis propios medios”. Su intención de documentar la vida cotidiana de los sudaneses, de sumergirse en su cultura, de aprender y observar, era tan chocante, tan inesperado, tan inusual, que mientras unos pensaron que se había enamorado de un sudanés, otros estaban convencidos de que se trataba de una espía. “Dejé mi carrera de cooperante y mi seguridad occidental y llegué a Sudán como un simple ser humano”, asegura.

Y Enikö Nagy caminó y caminó. Y mientras recorría el Gran Kordofán, más grande que toda Alemania, fue abriendo la tapa del cofre del tesoro de unos estilos de vida, unas culturas y una filosofía diferente. Tomó 26.000 fotografías y recopiló proverbios, leyendas, mitos, anécdotas, canciones y otras muestras de tradición oral en 2.500 cortes de voz. Poco a poco, todas las puertas se iban abriendo. Asistió a ceremonias de chamanes, participó en bodas, comidas, aprendió a relacionarse respetando la cultura local, habló su lengua, viajó con sus animales. “La imagen de Sudán que llega al exterior está muy distorsionada, sólo se habla de pobreza y conflictos. Es importante hablar sobre la guerra, pero si sólo hablas de ella es como si al final fuera la guerra la que ganara”, insiste Nagy.

Camellos abrevando en un punto de agua. / Foto: ENIKÖ NAGY

Parte de ese material que fue recopilando con los años se ha convertido en un libro que incluye 550 fotos y 250 textos y que ha visto la luz gracias a empresas sudanesas. “Insistí en que la financiación tenía que venir del propio país”, explica. Asimismo, ha elaborado un documental titulado “Sand in my eyes, the journey” con una realizadora sudanesa y una exposición en la que se incluyen 48 fotos y 26 textos recorre las ciudades de Jartum, París, Ámsterdam, Londres, Berlín, Munich, Viena, Roma, Oslo, Bergen, Washington y Nueva York. Desde el pasado 3 de junio se encuentra en Casa Árabe (Madrid), donde permanecerá hasta el próximo 26 de julio.

El trabajo de Nagy ha sido bien acogido entre los sudaneses, algo que para ella era muy importante. “Cuando ven el libro o la exposición me dicen que nunca habían visto algo tan bello sobre sí mismos. Creo que por primera vez se muestra a todas las tribus al mismo nivel. Este libro es para ellos. Llevar las voces y las historias de la gente de la montaña hasta el valle y viceversa, entre pueblos que no se conocen porque estamos hablando de distancias enormes, contribuye a construir la paz”. A lo largo del camino muchas personas le han ayudado, tantos que, como ella misma admite, sería imposible nombrarlos a todos.

Enikö Nagy en pleno viaje por Sudán.

“Escucha lo que digo”, dice el anciano al final de su historia, “y arrójalo al mar”. A juicio de Nagy, este dicho es una buena muestra de la filosofía de vida tradicional en Sudán y, al mismo tiempo, de un profundo conocimiento de la condición humana. “Partiendo de este proverbio, habla una voz con reservas, sin insistir, algo típico de personas habituadas a la tolerancia y a coexistir con otras. Diciendo que depende de ti ignorar lo dicho si deseas, pero escucha lo que tengo que ofrecerte”. Por ello la aspiración de Nagy es que las personas que vean su exposición o lean su libro salgan con la idea de que “debemos respetarnos a nosotros mismos y a los otros. Sudán es un país con una historia y unas civilizaciones milenarias, tiene paisajes espectaculares, una comida, una vestimenta y sobre todo unas gentes maravillosas. Si negamos todo esto es como negar lo que Sudán puede ofrecer al mundo”.

Durante la inauguración de la exposición, Enikö Nagy puso el acento en la piedra angular de su discurso: “Es ignorancia si no sabemos que hay guerra y pobreza en África, pero también es ignorancia si eso es lo único que sabemos”. Porque, insiste, si sólo nos quedamos con esos aspectos negativos para definir a la población no sólo estamos negando a los africanos la capacidad de tener cultura, sino que estamos negándonos a nosotros mismos la posibilidad de aprender de ella.

Comentarios

¿En que tiendas se puede adquirir el libro? ¿Se podría saber qué empresa lo distribuye? ¡Muchas gracias desde la atlántica Isla de "Gran Canaria"(*) Nota *-"canaria" sin una "s" al final-.
Se puede comprar en la librería Balqís de Casa Árabe (Madrid)En la Librería La Fábrica (Madrid). O por Amazon.
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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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