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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La pendiente cohesión social

Las denominadas nuevas clases medias de América Latina son sectores sociales que se enfrentan a altos niveles de vulnerabilidad

Desde el inicio del nuevo milenio, América Latina empieza a ser escenario de una tendencia sostenida en la reducción de la pobreza, con mejores o peores resultados dependiendo de los países.

Junto con este avance que, por fin, se hace cargo de las peores expresiones de la exclusión social, aparecen demandas y movilizaciones en varios países que —paradójicamente— están entre los que han tenido significativas y veloces disminuciones de la pobreza en la última década, como es el caso de Argentina, Brasil, Chile y México, por mencionar los más visibles.

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Esta aparente paradoja deja der ser tal al responder la pregunta que, tardíamente, se han formulado gobiernos y fuerzas políticas: dónde están, quiénes y cómo son aquéllos que han dejado atrás la pobreza.

Todas las evidencias demuestran que las denominadas —equívocamente— nuevas clases medias de América Latina, en rigor son sectores sociales que, habiendo logrado superar condiciones mínimas de subsistencia, se enfrentan a altos niveles de vulnerabilidad.

Nuevos estratos medios precarios que, constituyendo los segmentos mayoritarios en buena parte de las sociedades latinoamericanas, no cuentan con condiciones de ingresos, laborales y educacionales capaces de asegurar que la superación de la pobreza se convierta en una situación permanente. Sectores sociales que, a pesar de su precariedad, dejan de ser sujetos de protección social al salir de la pobreza y deben enfrentar al mercado con grandes indefensiones.

Ya no se trata de riesgos de exclusión de derechos, como cuando eran pobres, sino de un proceso de integración con desigualdades que implica otras formas de vulneración de derechos, en que ya no sólo existe la amenaza a la pérdida de derechos adquiridos, sino por regla general a la baja calidad con que se accede a éstos.

Detrás de estos nuevos fenómenos descritos está la multidimensional desigualdad que caracteriza la estructura social de América Latina. Desigualdad que tiene a la base la forma en que se organiza el mundo del trabajo y la educación dependiendo del nivel socioeconómico de los hogares, y que tiene como agravantes la condición étnica y racial, de género y territorial.

Si bien la desigualdad es un fenómeno que ha acompañado históricamente la realidad latinoamericana, aparece desnuda en toda su expresión precisamente por los éxitos más recientes en la superación de la pobreza. La experiencia cotidiana de millones de hogares que estadísticamente abandonan la pobreza es percibida como un duro proceso de tránsito desde las carencias, con algunas protecciones de sus respectivos Estados, hacia una cada vez más distante sociedad de oportunidades prometida en la retórica política de los herederos del Consenso de Washington y que ha generado frustración de expectativas.

La desigualdad aparece desnuda en toda su expresión precisamente por los éxitos más recientes en la superación de la pobreza

Los límites al desarrollo que tales desigualdades están provocando en estos emergentes países de renta media, así como la conflictividad social y la irritación ciudadana que acompaña un progreso desigualmente distribuido, explican el surgimiento de una agenda política latinoamericana que, por primera vez, instala —de manera transversal en distintas fuerzas políticas— la desigualdad como el desafío a vencer y la cohesión social como una meta a lograr.

Esta semana se celebra la Cumbre UE-CELAC que reúne a jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones en torno de una temática compartida. Con el título de Modelando nuestro futuro en común: trabajando por sociedades prósperas, cohesionadas y sostenibles para nuestros ciudadanos, los resultados de esta cumbre deben poner la cooperación al servicio de los retos comunes que viven las sociedades contemporáneas, tanto en la Unión Europea, como en América Latina y el Caribe.

La necesidad de construir sistemas de protección social fundados en derechos garantizados para toda la población y no sólo para los más pobres y rezagados; la urgencia por instalar una agenda de igualdad de género que permita la inclusión de las mujeres en las tareas nacionales; y la sostenibilidad política, institucional y fiscal que la cohesión social requiere, son parte de los debates que deben acompañar los procesos políticos en muchos países latinoamericanos y europeos. La contribución que la cooperación entre ambas regiones puede hacer para enriquecer este debate es inestimable, porque no sólo se puede aprender de los éxitos, sino también de los desaciertos.

Clarisa Hardy es miembro del Consejo de Orientación de EUROsociAL, el programa de la cooperación europea para América Latina para promover la cohesión social. Fue ministra de Planificación en el primer gobierno de Michelle Bachelet en Chile.

 La columna se basa en su último libro Estratificación Social en América Latina. Retos de Cohesión Social. LOM Ediciones, Chile, 2014.

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