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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

El arquitecto como mediador para el comercio de barrio

Anatxu Zabalbeascoa

Hace más de una década que conozco a María Jesús González Fernández. Mis hijos y yo le compramos zapatillas cada primavera o cuando crece el pie de los niños. Un día contó que había heredado de su tío –que se jubiló- esta antigua zapatería en la calle Tribulete de Madrid. Me sorprendió porque ataviada con un guardapolvo azul y moviéndose de un lado para otro siempre había creído que ella era la empleada.

Con los años la hemos visto sufrir con las modas del calzado escolar, dudar sobre cuántas marcas debía introducir en una zapatería que vende zapatillas por la comodidad más que por la marca y, esto es importante, la hemos visto mantener a sus dos empleados a lo largo de los años. Un día pasé por delante y la zapatería ya no estaba. “Hasta aquí, pensé. No ha podido aguantar más. Ya han puesto otro local ‘de diseño’ en el barrio”. Cual sería mi sorpresa al descubrir que había sido María Jesús la que había recurrido al diseño para actualizar su comercio.

Fue ella la que llegó al estudio de arquitectura que Pablo García Bachiller y Laura Casanova Colvée (PEC obras) tienen en el antiguo Mercado de San Fernando, al final de la calle, como si fuera un puesto de frutas y verduras más. “Pensé que mejor dejarlo todo en el barrio. Hablé con ellos. Fueron razonables. Se ajustaron al presupuesto que tenía. Y les dejé trabajar”. Así de sencillo lo explica ella.

“Nos pidió ayuda porque reconoció en nosotros una habilidad que rara vez se valora de nuestro oficio, la de mediación”, cuenta el arquitecto Pablo García.

Laura Casanova y Pablo García Bachiller hace años que trabajan en ese mercado de Lavapiés. “Observamos desde nuestro puesto cómo el mercado, como microclima dentro del barrio, se va transformando”. Desde esa atalaya, se han dado cuenta de que las pequeñas actividades económicas constituyen en muchos barrios la posibilidad de los vecinos de desarrollar una economía propia, han visto también cómo el fin de las rentas antiguas modificaba edificios, comercios y, como consecuencia, la vida en la calle. Con esa información, los arquitectos ofrecieron a María Jesús mediación en dos sentidos.

Primero con el casero: la zapatera se haría cargo de varias de las intervenciones y, tras la obra, aceptaría un compromiso de subida gradual de la renta “Un entendimiento de que la buena marcha del negocio redunda en beneficio de todas las partes”, explican.

La segunda mediación fue con el negocio. La tienda ha vivido diversas transformaciones ampliándose y reduciéndose. Ha cambiado de color: “se las ha ingeniado con astucia lavapiesana" –cuentan los arquitectos- para ir adaptándose con recursos como un trocito de alambre. Y siempre ha atendido a lo que los vecinos iban pidiendo. “Es un comercio que hace sus previsiones con las orejas, más que con las tendencias impuestas desde otros foros”, insisten.

Para el cambio, los arquitectos aconsejaron pensar también en la nueva población migrante: los jóvenes, los turistas, los inmigrantes. Y con ese objetivo en mente plantearon una reforma de bajo coste que recogiese el espíritu del local intentando reutilizar los materiales de construcción. La idea era convertir la zapatería en un espacio de convivencia, donde algún vecino se puede sentar y los niños pueden entrar. Se trata de que todos -tienda, comerciantes, vecinos y barrio- se reconozcan. También de que se alegren del cambio.

Los arquitectos reutilizaron casi todo lo que había: lo desmontaron y lo volvieron a montar. El antiguo mostrador de pino y roble existente sirvió en parte para construir expositores. Un sastre de origen senegalés, compañero de la asociación de comerciantes del mercado de San Fernando, se encargó de tapizar los nuevos bancos.

El resto de los materiales -madera maciza de pino de procedencia cercana, aceites de origen natural y de alta calidad para el tratamiento de la madera, pinturas con base mineral y libres de tóxicos para paredes y techos- culminaron con la reconstrucción y restauración de suelo de terrazo in situ.

Un tubo de cobre de fontanería sirvió para construir las estructuras de los nuevos-viejos muebles. “Se pondrán verdes y los veremos cambiar”. Las bombillas se cambiaron a Leds y con algunos ladrillos y un poco de yeso se culminó el trabajo. La zapatería se quedó en el barrio. Y el barrio se puso al día sin tener que cerrar una de sus últimas zapaterías.

Precio por metro cuadrado según arquitectos: 214 euros.

Comentarios

Sere breve : buen articulo, buen trabajo.
Sí, opino igual. Mi padre es zapatero y llevo ese olor encima además.

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