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Coordinado por Lola Huete Machado
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La puerta que deja abierta el arte callejero en Marruecos

Por Analía Iglesias

Jidar nombra los muros, en árabe. Jidar. Toiles de Rue ("Paredes. Lienzos de calle") se llama el Festival de Street Art ("arte callejero"), que se desarrolla en estos días en Rabat y que dejará estela urbana, por lo menos, hasta fin de año.

PixelPancho a punto de terminar la tarea (foto: ©Guada Díaz).

Animar a la gente a "reapropiarse" de su ciudad se proponen los coorganizadores, miembros del colectivo marroquí Eac-L'Boulvart, que en 2009 arrancó transformando los muros de los viejos mataderos de Casablanca en obras para los ojos viandantes. Esta vez, contando con la complicidad institucional, se han largado a lo grande, con la invitación de 26 artistas, algunos con firma internacional (vienen de España, Francia, Alemania, Italia, China, Chile, Argentina, Suiza y Estados Unidos).

Instalación de 'Rebel Spirit' (Marruecos), en la explanada de la Biblioteca Nacional, en Rabat.

Simo Mouhim, Dire132, Cisco, Maya Hayuk, Kalamour, TILT, Zepha, INTI, ARYZ, PanchoPíxel y Rebel Spirit imprimen, entre otros, su huella en aerosol. Sin mostrar mucho sus caras en la foto (tal el código graffitero), dejarán noticias de su paso por esta ciudad y, sobre todo, seguirán estimulando miradas, intrigas y charlas en los días y noches de los meses que llegan. Salah Malouli está a cargo de la curadoría 'outdoor'.

Cuando se pinta una pared en el espacio público, alguien franquea una puerta, otro espacio se abre a los demás y a los múltiples sentidos de la nueva página por escribir, dibujar, rayar. Si esa puerta se cruza en el espacio público de un país musulmán, frente a los curiosos ojos magrebíes y con la buena disposición de los marroquíes a dar la bienvenida al extranjero, el éxito de la convocatoria está asegurado. Habrá atención, preguntas, muchas fotos y ganas de más. Sí, porque en una cultura que promueve la discreción, el que alguien pueda expresarse a brochazos y en la alta voz de un mural a la vista de todos es, efectivamente, dejar una puerta abierta. ¿Poder ver dentro?

Allí están los chicos del colectivo Rebel Spirit de Marruecos, en la explanada de la pulcrísima Biblioteca Nacional de Marruecos, con la instalación 'No signal 2', de "12 antenas parabólicas, aerosol y marcadores", para decir que una antena puede ser el soporte de otros gritos (además de los televisivos). Porque si esos "champiñones pululan y ganan terreno cubriendo nuestras cabezas", también se puede eludir la "fatalidad urbana" convirtiéndo esas parabólicas en "elementos estéticos y de inspiración cotidiana".

Además de hacer declaraciones estéticas contra las omnipresentes parabólicas (y sus socias, las pantallas planas presidiendo salones), los artistas traen sus obras de estilo propio y las dejan impregnarse con el arte del lugar, la geometría morisca, los velos estampados, la grafía árabe. Y están durante una buena semana, todo el día en la calle, discutiendo, contestando, abrazando: ellos le dan vida a esta suerte de performance de hombre, grúa, tarro de pintura y muro.

Así, PíxelPancho, un artista de Turín con acento andaluz, se las ve con un muro de 23 metros de altura en un edificio del céntrico barrio de Hassan, al que ha ribeteado con motivos magrebíes para dar cuenta de una de sus criaturas robóticas, esta vez, sosteniendo un cordero, animal místico y nutricio. Durante casi una semana, el muralista ha subido y ha bajado de la grúa, con tachos y pinceles, ha descripto e interpretado sus trazos para cada espectador interesado, ha asistido a discusiones sobre si su personaje tiene ojos de muerte, si tiene espíritu vital o robótico. Los debates continúan en el barrio, en el zoco y a los pies de la obra.

'In progress': PixelPancho se las ve con una pared de 23 metros de altura en el barrio de Hassan, Rabat (foto: ©Guada Díaz).

A pocos metros, la norteamericana de origen ucraniano Maya Hayuk crea su mural sin grúa, a pie de calle, y charla amablemente con cada persona que se le acerca. Ella desmiente que el arte callejero sea cosa de hombres y enfatiza: "hace 20 años, cuando yo vivía en San Francisco, las que más influyeron en mi trabajo fueron mujeres". Hoy llegada desde Brooklyn (Nueva York), la artista les da coraje a las mujeres de por aquí, incluso a las que en cada rueda de prensa preguntan por qué no hay más mujeres en los espacios culturales.

Manos a la obra sobre un muro de Rabat. La norteamericana Maya Hayuk hace algunas pausas para explicar su trabajo al público (foto: ©Guada Díaz).

Detrás de los carteles de la gasolinera del concurrido cruce de Bab El Had, Simo Mouhin deja trazos para la libre interpretación, a partir de un hombre y un niño bellamente representados. Y el parisino Zepha marca con arte abstracto un muro negro, frente a la emblemática puerta de la medina Bab Chellah.


La obra Simo Mouhim 'in progress' en Bab El Had, Rabat.

Puertas adentro del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo Mohammed VI, con el patrocinio de la Fundación Nacional de museos marroquíes, otro grupo de artistas -entre los que destacan Ron English, C215, Miss Van, Christian Guemy y Daleast- exponen sus obras (hasta el 31 de diciembre), en todos los casos comprometidas con lo humano y lo ambiental, reflexivas, provocadoras.

Si esto de pintar paredes en la calle muchas veces fue un delito, hoy puede ser motivo de celebración festivalera, integrado a la industria cultural y de la moda, auspiciado por autoridades de aquí y de allá. Queda, sin embargo, el espíritu rebelde, las capuchas y el aerosol que puede seguir escribiendo lugares prohibidos.

'African woman', de Christian Guemy.

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