Tocar la arquitectura
FOTO: Héctor Santos-Díez/ BisImages
En la comarca coruñesa de Fisterra, Muxía es uno de los puntos de referencia del Camino de Santiago. Allí está el albergue Bela Muxía, que funcionaba con dos habitaciones múltiples, amuebladas con literas, y otras dos dobles con baño hasta que la ubicación costera y las vistas sobre el puerto llevaron allí tantos visitantes que los dueños pensaron en ampliar el negocio y llamaron a los arquitectos Juan Creus y Covadonga Carrasco. El asunto era peliagudo porque el volumen donde se encuentra el hostal divide su uso entre el hospedaje, en la parte superior, y un tanatorio en la inferior.
Con todo, los arquitectos Creus&Carrasco se encargaron de la ampliación. El edificio, con fachada a tres calles, salva una gran diferencia de nivel entre la rua más alta y la que lo rodea en la planta baja. Esa cota diversa separa los distintos accesos y permite que la vida en el tanatorio no tropiece con las estancias de los huéspedes. Sin embargo, la diferencia de cota también obligó a los arquitectos a trabajar en una nueva escalera, que ubicaron en el espacio que ocupaba un antiguo almacén. La diseñaron ligera, sin espesor, para que no estorbase.
Con ese nuevo acceso, las habitaciones ideadas por los arquitectos están ahora rodeadas de terrazas, patios y miradores que amplían las zonas comunes de estancia. Así, la intervención, además de añadir volumen al edificio original, lo ha cosido con el lugar y con la tradición arquitectónica de permitir leer la digestión del pasado en las capas de los inmuebles, incluidos los nuevos. Otras huellas, como las de la industria –en las cubiertas invertidas de baldosas de hormigón-, las de la cultura popular –las barandillas prefabricadas de celosía de hormigón- y hasta las del caminar como experiencia estética están reflejadas en el nuevo inmueble, que se descubre a trozos y tanteando con las manos. Ocho dormitorios -cuatro dobles y cuatro cuádruples- ocupan ahora este nuevo espacio austero que se deja sentir más que mirar. Para mirar, bastan las vistas desde la atalaya-mirador que corona el edificio.
Precio por metro cuadrado según arquitectos: 778 euros (837€ con el equipamiento de camas, sofás, etc. incluido).
Babelia
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