Zaatari: una ciudad en el desierto para los que huyen de Siria
Esta entrada ha sido escrita por Eva Moure (@Moumouniu)
Vista general de el campo de refugiados sirios de Za’atari en Jordania.Foto: Pablo Tosco/@OxfamIntermon
Hace 4 años, Zaatari no existía. En lugar de una ciudad, había una planicie deshabitada en medio del desierto de Jordania. Zaatari explotó en medio de esta tierra polvorienta al ritmo desesperado de las personas que llegaban desde la frontera, situada a 12 km. La frontera siria. La cuarta ciudad más grande de Jordania es un campo de refugiados que actualmente acoge a unas 85.000 personas, aunque en algunos momentos han llegado a ser más de 120.000. Zaatari se ha convertido en tiempo récord en una ciudad dividida en distritos, con hospitales, escuelas y otros servicios que se han ido construyendo con la ayuda humanitaria internacional, de la que depende totalmente. De no haber nada, ahora hay casi de todo. En las arterias principales del campo, más de 3000 pequeños negocios venden todo lo que se puede encontrar en una calle comercial de cualquier ciudad: perfumes, bicicletas, frutas, trajes de novia...
Abu Omar tiene una panadería y 5 personas trabajando en ella. El negocio le permite sostener a su familia. Abu Omar ha prosperado. Hace dos años, cuando llegó a Zaatari, venía prácticamente con lo puesto. Ahora vive en una caravana de Naciones Unidas que su mujer ha decorado con mucho esmero. La suya es la historia de muchas de las personas que han podido generar ingresos propios dentro del campo. Teniendo en cuenta que los refugiados sirios en Jordania no tienen permiso oficial para trabajar, los que viven en el campo, si pueden, se buscan la vida dentro. Los que no, dependen de la ayuda humanitaria. El de Abu Hammed no es el caso de la mayoría. Cuatro años después del inicio del conflicto, la situación de los refugiados sirios ha ido a peor. En Zaatari, muchas personas siguen viviendo en condiciones precarias o con grandes dificultades. Es el caso de Essa, una viuda que vive sola, sin más recursos que la ayuda humanitaria o la colaboración de sus vecinos. O el de Abu Hussein, un hombre que dejó Siria porque en sus ensangrentadas calles no podía encontrar sangre para las transfusiones de su hija, enferma de leucemia. Jordania, colapsada por la presión de la población refugiada, dejó de dar servicio sanitario gratuito hace unos meses y eso está afectando a los más vulnerables. Abu Hussein, desempleado, no puede pagar ahora el tratamiento especializado para su hija. Muchas personas están regresando a Siria. Muchas otras siguen llegando a Jordania, Líbano, Turquía y otros países de la región que acogen refugiados, ahora con restricciones en las fronteras por la inseguridad creciente en la zona y por el colapso interno que está provocando la avalancha de personas aterrorizadas, muchas huyendo ahora de las zonas ocupadas por Estado Islámico.
Según las cifras oficiales hay casi 4 millones de refugiados sirios. Todos quisieran regresar a su país, pero aunque el conflicto acabase hoy, tardarían años en poder regresar a un país devastado. Zaatari ha dejado de ser un lugar de paso y sigue creciendo al ritmo orgánico de una nueva ciudad.
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