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El pueblo infectado por el VIH

Camboya es el país de la región que más ha reducido las infecciones. Pero los pacientes prefieren la medicina privada barata al sistema de salud pública cualificado

Coum Prok, de 66 años, también fue contagiado por el doctor negligente, al que considera un buen médico.
Coum Prok, de 66 años, también fue contagiado por el doctor negligente, al que considera un buen médico.A.L.M.C.

Yam Supon, de dos años, se acaba el kralan –plato camboyano de arroz dulce envuelto en caña de bambú con forma cilíndrica–. Su madre, Tao Nat, le anima a que apure los últimos granos. Buena alimentación y no hacer esfuerzos, le recomendaron los médicos tras conocer su estado. Young Sotom, de 25 años, también observa con preocupación a su pequeño de cuatro meses, quien babea indiferente. Tie Tola tiene diarrea y su madre teme que el fuerte tratamiento médico acabe con su vida; como le ocurrió a su primo de seis meses. El miedo a la enfermedad desconocida se intuye en las miradas protectoras de madres, tíos y abuelos de esta familia; en la que hasta 18 miembros han sido infectados con el VIH.

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“Fuimos al centro médico en diciembre y nos dijeron que habíamos contraído el virus por inyecciones. Nos han examinado muchas veces desde entonces, pero aún no sabemos bien lo que ocurre”, explica Aem Mnomb. Esta agricultora de 42 años relata cómo casi todos sus familiares han sido encontrados portadores del VIH en los últimos meses, incluyendo 11 menores de 25 años. “Tenemos miedo de lo que le espera a los niños de nuestra familia”. Aem resume el sentir de los familiares presentes, cobijados a la sombra del sol inclemente de su poblado, a casi cinco kilómetros de distancia de la carretera pavimentada más cercana.

Desde que una embarazada fuera diagnosticada con VIH tras un test rutinario en agosto de 2014, los casos se han multiplicado dramáticamente en la comunidad de Roka, que tiene una población de apenas 9.000 granjeros. Casi 2.000 habitantes de esta pequeña aldea cercana a Battambang, en el noroeste de Camboya, han sido analizados; registrándose 236 casos de VIH, de los que 157 ya reciben tratamiento antirretroviral (ATR), según informa el Centro Nacional para VIH/SIDA, dermatología y enfermedades de transmisión sexual (EST) –NCHADS, en sus siglas en inglés–. Sin embargo, el virus ya se ha cobrado la vida de cuatro personas; un bebé y tres ancianos.

La investigación que sucedió al descubrimiento de la epidemia, en noviembre del año pasado, atribuye las infecciones a un médico local que operaba sin licencia. Yem Chrin, de 55 años, confesó a la policía haber utilizado la misma jeringuilla con diferentes pacientes. El médico negligente, que comenzó sus prácticas sanitarias en los campamentos de refugiados establecidos durante la guerra civil que sacudió Camboya en los años ochenta, había sido el doctor que trataba todo tipo de enfermedades de los habitantes de Roka en las dos últimas décadas. Yem Chrin es acusado de cargos por violación de ética médica, propagación del VIH y asesinato. De ser encontrado culpable, el médico se enfrenta a una condena de cadena perpetua

De 2.000 pruebas realizadas en la aldea, 236 han dado positivo

“El doctor viajaba por el poblado ayudándonos cuando caíamos enfermos. En ocasiones, ni cobraba la atención que nos daba. Es un buen médico”, cuenta Coum Prok recostado sobre las sábanas y cojines donados por las organizaciones de ayuda, en la cama adyacente a su casa. Este granjero de 66 años visitó al doctor para recibir una inyección para aliviar su dolor de pierna en julio de 2014, seis meses más tarde, dio positivo en una prueba. Aunque sabe que su vida está en peligro, el viejo Coum se consuela pensando que ni su mujer ni sus seis hijos (y otros tantos nietos) han sido infectados.

“Las personas mayores, algunos de 70 y 80 años, están especialmente en riesgo. Hay que tener cuidado con los ancianos antes de empezar el tratamiento, porque también sufren hipertensión, diabetes y otras enfermedades”, aclara Chel Sarim, asesor técnico de Salud Familiar Internacional (FHI360), una de las organizaciones que colaboran con el Ministerio de Salud de Camboya en el control de los 190 adultos y 46 menores de 15 años que han sido diagnosticados con el virus desde que se conociese el brote epidémico.

El número de nuevos casos de VIH en el país ha caído de 3.500 en 2005 a solo 1.300 en 2013

La respuesta de las autoridades sanitarias ante la emergencia es que ha coordinado la ayuda de una decena de organizaciones nacionales e internacionales. “Decidimos abrir un servicio satélite movilizando a cuatro equipos especialistas en antirretrovirales e infecciones oportunistas –derivadas de la débil salud de los portadores del VIH–. Cada equipo está formado por un doctor, una enfermera y un trabajador social, y rotará durante seis meses”, explica el doctor Ly Penh Sun, director de NCHADS. La organización está construyendo un servicio anexo al pequeño centro médico de Roka mientras refiere a los pacientes más graves al Hospital de Battambang.

La mejora en los sistemas de diagnóstico y la asistencia sanitaria ante el VIH ha permitido una respuesta rápida ante esta situación de emergencia. Según Ly Penh Sun, el servicio nacional de salud ya había ampliado la prueba del virus y el asesoramiento a contagiados a más de 1.000 centros médicos de todo el país en años anteriores. Camboya dejó de ser uno de los centros epidémicos del virus del sida de Asia a mediados de los 90 y ha reducido la tasa de nuevas infecciones en un 67%; de los 3.500 afectados en 2005 a solo 1.300 en 2013.

De acuerdo con el último informe sobre la situación del VIH y del SIDA en la región Asia-Pacífico elaborado por la agencia especializada de Naciones Unidas (ONUSIDA), de los 4,8 millones de afectados por el virus en los 12 países del entorno, los camboyanos son los que, en mayor proporción, reciben tratamiento: dos tercios de los 75.000 infectados tienen acceso a ART, mientras que la media regional es de sólo un tercio. Camboya también es el único país del área, junto con Nepal, con la tasa más baja de nuevas infecciones, según Steven J. Kraus, director regional de la agencia.

A pesar del progreso en la prevención y tratamiento del VIH, la información sobre el virus es un requisito urgente en Camboya. “Ha habido poco enfoque en los riesgos de la transmisión mediante inyecciones e infusiones. Estaba centrado en la transmisión sexual y de madres a hijos. Esta situación demuestra que las campañas informativas siguen siendo necesarias”, analiza Marie-Odile Emond. La directora de la ONUSIDA en Camboya señala la importancia de convencer a la población local sobre la asistencia médica competente: “Hay que regular la prestación de servicios y concienciar a la comunidad del uso de centros de salud cualificados ya que existe una tendencia a pedir inyecciones cuando no son necesarias”. Marie-Odile confirma así la obligación de regular el sector privado, que ha ensombrecido el sistema público de salud en Camboya desde hace décadas.

El origen de la infección masiva de VIH en Roka podría ser una jeringuilla reutilizada por un doctor sin licencia

“Normalmente, iba al centro médico, pero también le pedía ayuda personal al doctor para recibir inyecciones. Mi familia y yo hemos ido muchas veces a su casa porque nos trataba de forma gratuita”, cuenta Soun Thoeun, de 53 años, quien acudía al doctor privado para ahorrar costes debido a la escasez económica de su familia. Soun está preocupado porque tiene que alimentar a su mujer, cuatro hijos y dos nietos; pero no tiene fuerzas y los médicos le han recomendado reposo. “Llevo meses sin trabajar en el campo o en la construcción. Mi familia me necesita. Las organizaciones y el gobierno nos han dado 50 kilos de arroz, comida enlatada y especias. Pero no creo que eso sea suficiente”, se queja aun desorientado por la noticia de su infección, recibida a principios de año. “Me encuentro muy débil. ¿Qué ocurrirá con mi pobre familia si no puedo trabajar?”, se pregunta Soun, resumiendo el desasosiego de los cientos de infectados por VIH en el pequeño pueblo de Roka.

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