No hay diálogo con Zaida
Pareciera que el desprecio es la única respuesta que saben ofrecer algunos políticos. No puedo calificar de otra forma el hecho de que un ministro no atienda, ni siquiera escuche, lo que se le está manifestando. Queda, así, solo una sensación de vacío. Esto es lo que ha sucedido con la intervención del ministro Morenés en el caso de la comandante Zaida Cantera. Y también provoca impotencia, que se intensifica cuando se da lectura a una respuesta tipo que, más allá de ser inmutable a cualquier razón que se aluda, roza en el insulto a la víctima. Pero no únicamente a ella, sino a todos los ciudadanos que confiamos en que se nos represente para establecer, al menos, el diálogo político como premisa para dar solución a los problemas. Conversar con el otro implica atender, escuchar, observar y razonar sobre los argumentos que se nos presentan para luego, eso sí, dar respuesta. Es desesperante asistir a la lectura de una contestación que solo da cuenta de una lacerante indiferencia. Es lamentable, pero el máximo escenario para el debate político está vacío, desprovisto del ánimo suficiente para intercambiar mensajes con coherencia. Y es así como, sin diálogo, nos hemos quedado con esta irritante sensación de vacío y de impotencia.— Verónica Yazmín García Morales. Madrid.
Viendo el debate entre la diputada defensora de Zaida, agredida sexualmente en el estamento militar, y el ministro de Defensa, hay cosas que no llego a comprender de la política de este país. El debate fue esperpéntico, como siempre que se acusa al Gobierno y donde siempre funcionan a la perfección los cerros de Úbeda. Porque no había defensa posible y lo único sensato hubiera sido pedir perdón y restituir a Zaida en su puesto con garantías. Pero lo peor es ver gestos de apoyo al ministro por parte de diputadas del PP, con lo que se confirma que un partido no es una reunión de personas con pensamiento propio, sino un conjunto de robots que hacen lo que dice el jefe sin rechistar. Porque el comportamiento de cualquier mujer en un caso como el que se debatía es de protesta y rebeldía. Yo hubiera comprendido que no hubiera diputadas del PP en ese debate en donde no había más que machismo exacerbado sin ninguna disculpa. Pero parece ser que el salario mensual vale más que toda la dignidad de las personas. Así está el mundo.— César Moya Villasante. Madrid.
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