El cerco mediático rojito
De una manera que, sin faltarle el respeto, se puede calificar de desmadre mental lo que tiene el señor Maduro, pues le ha dado por acusar a los periodistas de ser los culpables de cuanto pinchazo comete cada vez que sale a la suerte de matar en la plaza de Miraflores. (...)
Y es que con esa muletilla de que todo lo malo se debe al imperialismo norteamericano, el señor Maduro duerme a cualquiera. El Gobierno debería patentar esos discursos y venderlos en las farmacias como remedio definitivo para el insomnio. Ya en la gestión de Carlos Andrés Pérez le pusieron el ojo a la agencia Efe como si fuera un organismo del Estado y no una empresa que (...) debe trasmitir noticias.
Desde luego, y eso lo olvida Maduro y en su tiempo Pérez, que el oficio de periodista es un hecho esencialmente humano (...) y susceptible al error. Pero no recuerdan jamás que (...) las agencia de noticias siempre tienen la valentía de publicitar sus errores y admitir (...) que se cometió una ligereza y que por ello (...) muestran la versión corregida apegada a la verdad. Y es que las agencias noticiosas viven gracias a su credibilidad. En este punto los lectores son sagrados (...). Esa es la diferencia entre ser periodista y ser político. Los primeros viven de la verdad y los segundos, de la mentira.
La mayor vergüenza consiste en tener como representante de un país a alguien que se atreve a decir: “Y los estúpidos de la agencia Efe están diciendo que Maduro, o sea yo, hijo de Chávez, que me quiero dar un golpe de Estado yo mismo para, después de darme el golpe, suspender las elecciones”. ¡Qué mala suerte que Castilla del Pino no está vivo!
Caracas, 7 de marzo
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