Mujer y sostenibilidad
Por Lucía Zuloaga
La sostenibilidad se asocia principalmente al medio ambiente, pero va mucho más allá. La sostenibilidad comprende medio ambiente, economía, sociedad y cultura, y todas ellas están entrelazadas. Por lo tanto la equidad entre hombres y mujeres, además de a la justicia social afecta a la economía y al desarrollo sostenible.
La desigualdad genera violencia, eso es una realidad. Desde la misma OMS se recomienda promover la igualdad y prevenir la violencia de género. Entre otras cosas porque si se invierte en prevención, en educación, en políticas sociales, esto nos ahorraría el coste de sus consecuencias que ascienden a 109.000 millones de euros al año en los países de la Unión Europea.
Las mujeres sufren una situación de desigualdad a lo largo de todo el mundo. Hay quién presume de que en España eso ya no pasa, que no es una sociedad machista e incluso hay quién dice que las mujeres nos quejamos sin motivo, que vemos situaciones de disparidad donde no las hay porque eso ya es cosa del tercer mundo.
Un índice muy claro de esta violencia es la brecha salarial de género, las mujeres cobran un 19,3% menos que los hombres en España, algo que se ha pronunciado con la crisis dejándonos por encima de la media europea del 16,4% según los datos difundidos esta misma semana por Eurostat.
Eso sí, ellas tienen más estudios pero ellos, más trabajo.
Claro que el machismo no es cosa de hombres, o quién no recuerda las declaraciones de Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, diciendo que prefiere contratar “a mujeres de más de 45 o de menos de 25 años” porque claro, si se queda embarazada “¿qué hacemos con el problema?”
Pues el problema lo tendrá usted señora Oriol si decidimos entregarnos en totalidad a nuestro trabajo y dejar de tener hijos porque entonces ¿quién pagará impuestos para mantener su jubilación?
Es evidente que estamos en una sociedad machista y como vemos hay datos que lo avalan, esta desigualdad es tangible. También hay actos más sutiles, más difíciles de percibir, son los llamados “micromachismos”, definidos como violencia invisible.
Por ejemplo, Antonio y Eva son pareja. Antonio le dice a su madre que está pensando en comprar una olla express y su madre le dice que no se preocupe, que ella se acaba de comprar una nueva y que le da la antigua. Quedan el domingo para comer y la madre de Antonio les hace entrega de la olla, más bien le hace entrega a Eva y además le cuenta algunos truquitos sobre su uso. Eva se lo agradece mientras piensa "¿y por qué me lo cuentas a mí? si el que se ha empeñado en la olla era tu hijo". Antonio, feliz con su olla nueva, ni siquiera se ha dado cuenta del detalle.
¿Quién no se ha encontrado en estas situaciones?
Hasta en los ambientes más jóvenes o los que creemos más progresistas las mujeres siguen asumiendo principalmente los roles de cuidar de los pequeños y mayores; las tareas del hogar; nosotras putas, ellos machotes; es algo que va cambiando pero poco a poco.
Muchas veces el problema está en el vocabulario: papá que le dice a mamá “ahora te ayudo con los niños” ¿te ayudo? En esta afirmación damos por hecho que la responsabilidad es de la madre y él colabora, porque cuando salimos de casa ¿quién está pendiente del abrigo, los pañales o la merienda por si se nos hace tarde?
Hemos recibido una educación patriarcal y tenemos integrados muchos patrones que no son fáciles de modificar. Estemos atent@s, tod@s, observémoslos y seamos parte del cambio, cuidemos también nuestras palabras porque realmente nuestra forma de expresarnos puede cambiar las cosas. Es una cuestión de respeto.
Imagen de portada, mujeres trabajadoras de una fábrica en 1942
Vídeo de Micromachismos de Eldiario.es
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