El otro funeral del comandante Spock
A la vez que las redes sociales enaltecían la figura de Leonard Nimoy tras su muerte el pasado viernes, condenaban también a su mejor amigo
Larga y próspera...
Llorar una muerte es un proceso e Internet es un momento. Por culpa de este choque de cimientos, el fallecimiento de un personaje público siempre acaba siendo un terremoto cibernético: el público en redes sociales intenta dar la noticia, reaccionar, asimilar y enterrar a la vez y, en el camino, se lleva por delante cualquier matiz que requiera una pausa. Esto se vio la semana pasada al saltar la noticia de que Leonard Nimoy, el legendario Spock de Star trek, había muerto a los 83 años. Como su personaje es reconocido intergeneracional e internacionalmente, su duelo en Twitter se confundió con su beatificación tanto como Nimoy se confundió siempre con el admirable Spock. Y cuando este aplauso colectivo parecía tocar techo, a la historia le salió un villano.
... Muerte
Si la gente ve en Nimoy las virtudes de Spock, en su amigo y compañero de reparto, William Shatner, ve el ego, el narcisismo y la grandilocuencia del capitán Kirk, el otro protagonista de la serie. El fin de semana pasado, Shatner desapareció de las redes sociales cuando se supo la noticia. Un día después dejó en un tuit una razonable tristeza por la muerte de su mejor amigo. Y anunció que no iría a su funeral en Los Ángeles porque se había comprometido a aparecer en un acto benéfico de la Cruz Roja en Florida. La respuesta en Twitter fue sulfúrica, vitriólica y arsénica: Shatner estaba haciéndole el feo definitivo a Nimoy. El New York Daily News del domingo le dedicó su portada, llamándole capitán Jerk (imbécil). Un buen número de usuarios de Twitter se mostró de acuerdo. Shatner era el demonio.
I chose to honor a commitment I made months ago to appear at a charitable fundraiser. A lot of money was raised. So here I am; tell me off.
— William Shatner (@WilliamShatner) March 1, 2015
Pura lógica
Cuanto más razonaba Shatner que lo demoniaco sería dejar tirada a la Cruz Roja, menos autoridad le daba la masa. Contestó a los críticos uno por uno, repitió lo triste que estaba, explicó que no había vuelos... No había lamento que bastara. Así que probó otra estrategia: “Vamos a celebrar la vida de Leonard, mejor” y empezó a recordar las virtudes de su recién fallecido mejor amigo. Qué se enseñaron mutuamente —“yo aprendí a ser un poco más serio, él un poco menos”—, lo difícil que era hacerle reír cuando estaba en el papel de Spock, la primera vez que le dijo que le quería... Las críticas cesaron. La histeria hacia Shatner, el hombre que tardó más que una máquina en asimilar la muerte de su mejor amigo, se volvieron preguntas sobre su medio siglo de relación. Hacia el final de la tarde, un usuario le dijo: “Esta conversación le debe estar costando”. Él contestó: “Me está curando”.
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