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Otro árbol para George Harrison

Los Ángeles vuelve a plantar un pino en recuerdo del músico después de que el anterior fuera devorado por escarabajos

Pablo Ximénez de Sandoval
Un voluntario planta el nuevo pino de Harrison, el miércoles en Los Ángeles.
Un voluntario planta el nuevo pino de Harrison, el miércoles en Los Ángeles.AFP

El guitarra solista de The Beatles, George Harrison, murió en Los Ángeles el 29 de noviembre de 2001, víctima del cáncer, a los 58 años de edad. Al año siguiente el Ayuntamiento decidió dedicarle un recuerdo en uno de los lugares más visitados de la ciudad, el observatorio del parque Griffith. Allí plantaron un pino y una placa conmemorativa que decía: “En memoria de un gran humanista que emocionó al mundo como artista, músico y jardinero”. Más una frase atribuida a él: “Para que el bosque esté verde, cada árbol tiene que estar verde”.

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El árbol en cuestión, un pino de las Islas Canarias, sufrió el rigor de la sequía californiana y quedó muy deteriorado. En último término fue devorado por una plaga de irónicos escarabajos a mediados del año pasado. El legado de Harrison fue víctima de los beetles. El juego de palabras dio pie a una estupenda competencia mundial a ver quién daba con el titular más gracioso.

Nadie se podía imaginar hace una década que en el día del 72 cumpleaños de Harrison, el pasado miércoles, estarían de nuevo en el mismo sitio, plantando un nuevo pino con la misma placa. Esta vez es un árbol asiático. Sirva como referencia harrisoniana que uno de cuyos nombres comunes es pino budista. Al parecer, es más resistente que el anterior. Minutos antes había sonado All things must pass, una canción que añadía ironía al asunto. En los discursos hubo, cómo no, varias referencias al hecho de que allí daba el sol, y todo estaba bien.

En representación de la familia estuvo Louise Harrison, la hermana mayor del guitarrista. Los asistentes hacían cola para saludarla como un mito. La fascinación por The Beatles impregna a toda persona que convivió con ellos, a todo lo que tocaron y a todas las casas en las que se alojaron. Después de un par de docenas de selfies, Louise Harrison comentaba a este periódico que recordaba a sus padres en el salón de casa contestando cientos de cartas de fans. “Mi madre decía que los miembros de la familia teníamos una obligación de agradecer y devolver todo ese amor por George. Ese ha sido mi papel en la vida”.

Louise tenía 11 años cuando nació George y para cuando empezó su carrera musical estaba independizada y vivía en EE UU. Hoy vive cerca de San Diego y ha publicado un libro titulado La banda de mi hermano pequeño: The Beatles, en el que cuenta cómo en 1963, meses antes de la explosión de la beatlemanía, ella hacía promoción de los discos de su hermano en EE UU yendo de radio en radio y presentándolos como “la banda de mi hermano pequeño”.

Los Ángeles es una ciudad que pierde la cabeza con cualquier aniversario de The Beatles. El grupo tocó aquí en sus giras americanas y es legendario su primer concierto en el Hollywood Bowl en 1964. El 50 aniversario de aquel concierto el año pasado fue excusa para toda una semana de celebraciones con actuaciones en el coliseo hollywoodiense. El miércoles, al acto en el parque Griffith le siguió una fiesta de cumpleaños para Harrison en el corazón de Hollywood, a la puerta del edificio circular de Capitol Records. Frente a la entrada, están las estrellas de la fama de los cuatro beatles, y la de Harrison lucía velas y flores. Medio centenar de aficionados reunidos por un popular locutor local cortaron una tarta de cumpleaños y se citaron para volver en octubre, en el 75 aniversario del nacimiento de John Lennon.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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