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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

El fin de las políticas de manipulación del miedo

Un grupo de inmigrantes intenta entrar en Melilla, el pasado agosto. / Antonio Ruiz
Un grupo de inmigrantes intenta entrar en Melilla, el pasado agosto. / Antonio Ruiz

AUTOR: MANUEL SORIA

El hecho migratorio ha sido, a lo largo de la historia, un proceso natural de los seres humanos con el deseo de buscar un lugar mejor donde vivir. Un hecho que continúa ahora en multitud de sitios del planeta, pero que para la sociedad española ocurre fundamentalmente en las dos ciudades españolas norteafricanas, Ceuta y Melilla. Ciudades que, curiosamente, han sido desde su fundación paso de civilizaciones, conquistas, migraciones y cruce de caminos hacia diferentes puntos del Mediterráneo.

El concepto "valla" nunca existió en el lenguaje de los melillenses hasta que se decidió levantar una impresionante verja con el comienzo de las migraciones de subsaharianos a finales de los años noventa. Hasta entonces, la ruta de las migraciones era a la inversa. Melilla fue un lugar por el que cruzaron miles de peninsulares buscando trabajar en las tierras del Protectorado español y francés de Marruecos y de la Argelia francesa. Más tarde, durante la Guerra Civil, fue vía de escape para decenas de miles de huidos de la represión franquista. En general llegar al África colonizada por Europa suponía una oportunidad para vivir mejor.

Ahora ocurre lo contrario. El neocolonialismo económico y cultural de África está haciendo estragos. La gran explosión demográfica, la rapiña de sus recursos naturales y las guerras consentidas expulsan de sus territorios a cientos de miles de personas que quieren alcanzar el sueño europeo.

Pero, ¿por qué los rechazamos? Es normal que el humano sea prudente ante lo desconocido y muestre sus reticencias a absorber cambios, pero esa prudencia, esa precaución, a los gobernantes les interesa convertirlas en miedo, en pavor. Y así lo han hecho tanto los políticos como las políticas públicas. Con el miedo se gobierna muy bien, con el miedo es todo más fácil de llevar, con el miedo nos olvidamos de crisis, corrupciones u otras formas de mal gobierno, con el miedo dejamos recortar nuestros derechos sociales, nuestra intimidad y nuestra capacidad de pensar.

Es por eso que a nuestros gobernantes no les gusta plantear la inmigración como un proceso natural de la humanidad, sino como una invasión en toda regla. La propia forma de referirse al problema al relatar los hechos con palabras como invasión, salto masivo o hecatombe es una prueba de ello.

La valla de Melilla es un ejemplo claro de esa política. En lugar de apostar por políticas de integración o de cooperación con los países de origen, se opta por políticas de criminalización y por las devoluciones en caliente, que no resuelven el problema.

Las soluciones al fenómeno migratorio, siempre soluciones parciales, son de tan alto calado y de tanta diversidad que no es posible definirlas en unas cuantas líneas, pero sí tenemos claro que esas soluciones pasan primero porque los gobernantes dejen de manipular el miedo al inmigrante.

Debemos mirar en los lugares donde ha funcionado la convivencia de culturas, y para no ir muy lejos ahí tenemos la ciudad de Melilla, ciudad que ha integrado de forma pacífica a miles de musulmanes de origen marroquí en su ciudadanía, no sin dificultades, pero no deja de ser un laboratorio en el que aprender. En los años ochenta la propia idea que pudiera existir un funcionario musulmán era descabellada. En la actualidad, no muchos años después, un musulmán exmarroquí es el mismísimo Delegado de Gobierno de la ciudad, paradójicamente responsable máximo del rechazo de inmigrantes en la valla, pero no deja de ser un ejemplo de integración.

Las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo nos ofrecen una oportunidad para pensar en políticas migratorias en positivo, que luego puedan tener el necesario calado en la política estatal, y así lo estamos haciendo desde Equo Melilla y las diferentes organizaciones, movimientos sociales y partidos que integramos Ganemos Melilla. Dejar de manipular el miedo es el principio para poder impulsar políticas y actuaciones que la resuelvan la situación de las personas migrantes y respeten sus derechos humanos, y dejemos de convertir la inmigración, un proceso natural, en un problema.

Manuel Soria es miembro de Equo Melilla y co-portavoz de Ganemos Melilla.

Comentarios

Ojalá sea asi, las personas tienen el derecho de poderse mover libremente por los motivos que sean, eso puede tener su parte negativa si los que lo hacen son criminales o terroristas, pero aún en estos casos supongo que hay medios para controlarlos y localizarlos, lo cual no debe ser impedimento para que el resto de personas se puedan mover; no es justo que no puedan entrar en otros países como inmigrantes o refugiados, pero realmente el problema no es eso, el problema está en el país de origen que obliga a esas migraciones masivas, lo que hace que, a su vez, se pierda población de hombres jóvenes entre otros, que podían estar defendiendo a su país de la lacra que los tiene machacados, luego el no actuar contra la raíz del problema, va a seguir empeorando más la situación.
curioso, Alba, como hasta en tu comentario se puede encontrar la influencia del mensaje oficial del miedo. Me gusta mucho tu comentario, aunque me ha llamado la atención la referencia a las malas personas radicales que pueden llegar a nuestro país a través de la vaya (una de las mayores barbaridades que se ha escuchado al Ministro del Interior en los últimos tiempos). Y es que, tanto en ti como en mí, inevitablemente influye el miedo, cala su mensaje. Hay que mantener una lucha interna, cierta preocupación para mantenerse lo más objetivo posible. Sigamos pensando por nosotros mismos.Muy bueno el artículo.
Ojalá sea asi, las personas tienen el derecho de poderse mover libremente por los motivos que sean, eso puede tener su parte negativa si los que lo hacen son criminales o terroristas, pero aún en estos casos supongo que hay medios para controlarlos y localizarlos, lo cual no debe ser impedimento para que el resto de personas se puedan mover; no es justo que no puedan entrar en otros países como inmigrantes o refugiados, pero realmente el problema no es eso, el problema está en el país de origen que obliga a esas migraciones masivas, lo que hace que, a su vez, se pierda población de hombres jóvenes entre otros, que podían estar defendiendo a su país de la lacra que los tiene machacados, luego el no actuar contra la raíz del problema, va a seguir empeorando más la situación.
curioso, Alba, como hasta en tu comentario se puede encontrar la influencia del mensaje oficial del miedo. Me gusta mucho tu comentario, aunque me ha llamado la atención la referencia a las malas personas radicales que pueden llegar a nuestro país a través de la vaya (una de las mayores barbaridades que se ha escuchado al Ministro del Interior en los últimos tiempos). Y es que, tanto en ti como en mí, inevitablemente influye el miedo, cala su mensaje. Hay que mantener una lucha interna, cierta preocupación para mantenerse lo más objetivo posible. Sigamos pensando por nosotros mismos.Muy bueno el artículo.

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