Nueva etapa en Italia
Con Mattarella en la presidencia, Renzi dispone del apoyo institucional para sus reformas
El juramento de Sergio Mattarella como presidente de la República culmina con éxito un delicado proceso de sucesión al frente de la jefatura del Estado italiano que ha supuesto además una nueva muestra de habilidad en la negociación política del actual primer ministro, Matteo Renzi.
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Mattarella es una conocida figura en la política del país transalpino, aunque no ha estado nunca en la primerísima fila. Se ha situado siempre en posiciones de centro, ya sea centroderecha o centroizquierda, y ha sido miembro del Tribunal Constitucional. La mafia mató a su hermano; él, en su toma de posesión, el martes, rindió homenaje a los jueces Falcone y Borsellino, asesinados también por el crimen organizado.
Mattarella es un político moderado, con sentido de Estado y que no tiene ninguna duda sobre dónde están los enemigos de la democracia. Presenta el perfil óptimo en un momento en que Italia debe abordar las reformas institucionales más drásticas desde la proclamación de la República.
Su elección ha sido además una muestra del saber hacer político de Renzi, que ha evitado lo que podría haber sido un ruidoso espectáculo —con la consiguiente parálisis institucional— y ha obtenido para su candidato una abrumadora mayoría de apoyos en el Parlamento. Y además lo ha hecho en la ronda de votaciones —la cuarta— que había previsto y anunciado. Lo más importante —y una buena noticia para Italia y para Europa— es que en el proceso negociador de apoyos, Renzi ha vuelto a dejar fuera de juego a Silvio Berlusconi, cuyos intentos de seguir en la política nacional son cada vez más infructuosos.
Mattarella arbitrará un proceso que se adivina crucial en la historia reciente italiana. Como él mismo señaló ante el Parlamento, el país necesita con urgencia una reforma institucional y una modificación a fondo de la Constitución.
Porque el tiempo apremia y no solo para Renzi —que promete repetidamente un ambicioso programa reformista— sino para Italia, cuya economía debe asentarse lo más pronto posible en la vía del crecimiento para paliar la situación de una sociedad castigada por los efectos de la crisis: el discurso populista del Movimiento 5 Estrellas ha demostrado su ineficacia política una vez obtenido un buen resultado electoral, pero eso no significa que haya perdido toda la fuerza ni, sobre todo, que las razones del descontento hayan desaparecido. Con un nuevo presidente, Italia ya está lista para una nueva etapa.
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