Pujol en estado puro
El expresidente no acredita con documentos el origen de la fortuna evadida a paraísos fiscales
El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol, su esposa y tres de sus hijos comparecieron ayer ante la Justicia, imputados por sendos delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales. La juez busca elucidar si la reciente regularización del capital evadido a paraísos fiscales y mantenido allí 34 años fue realizada correctamente, lo que borraría el delito fiscal. Y si el origen del dinero procedía, como alega el patriarca, de un legado de su padre proveniente del contrabando de divisas, o de la corrupción política.
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El imputado no logró en el interrogatorio acreditar documentalmente su versión, que fió a una correspondencia de su padre con su esposa, y que no aportó. Hizo así nueva demostración de su peculiar magia: insinuar sin afirmar, indicar sin precisar, afirmar sin certificar.
La otra novedad fue la revelación del nombre del presunto testaferro que teóricamente cuidaba del dinero fiscalmente sucio. Era, dijo, su exempleado en Banca Catalana Delfí Mateu, casualmente fallecido, para abundar en la versión más pura del evanescente estilo pujoliano de centrifugar responsabilidades.
Será difícil que ese recurso dialéctico convenza a nadie de su virginidad fiscal, pues el expolítico ya se autoafirmó por escrito, en su bochornosa confesión del 25 de julio, como único padrino de toda la operación, al asegurar: “Decidí encargar su gestión” [del patrimonio evadido] a un intermediario. Ya se sabe que la capacidad de disponer de la gestión suele ir asociada a la propiedad, o al menos, a la efectiva posesión de un bien.
Estos mediocres escapismos no invalidan, sin embargo, la presunción de inocencia a la que Pujol es acreedor, en el ámbito judicial, como ciudadano español que es. Si acaso, acabarán de laminar, en el ámbito político, lo que pudiera quedar de su arruinada autoridad moral.
Su caso sigue mellando prestigios políticos. Tras negarse en cuatro ocasiones, Esquerra ha obligado a su sucesor Artur Mas a comparecer ante la comisión de investigación parlamentaria del caso familiar. Era de una lógica aplastante, porque Mas fue copiloto y heredero político de Pujol. ¿Por qué se negó a ello? ¿Por qué Esquerra le secundó tantas veces? ¿Lucirá la República catalana independiente que pretenden esa transparencia y llevará la marca de la miseria moral asociada al apellido Pujol?
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