Condenas de credibilidad limitada
Las denuncias verbales no bastan para aislar a una religión tan extendida y tan respetable de unas organizaciones terroristas que pretenden erigirse en su dirección y vanguardia
La condena es unánime, universal casi. Llega incluso de países como Arabia Saudita donde la blasfemia se castiga con la pena de muerte. Leo la condena de la Conferencia Islámica, a través del secretario general, el saudí Iyad Ameen Madani, en una sentida carta en la que “expresa su convicción de que prevalecerán los principios fundacionales de la República Francesa, Libertad, Igualdad y Fraternidad”.
La Conferencia Islámica tiene un observatorio de la islamofobia, que denuncia no tan solo la discriminación de los creyentes islámicos en razón de su religión sino cualquier forma de expresión que considera vejatoria para su credo. Recupero lo que dice su informe de 2012 sobre Charlie Hebdo, acusado por el entonces secretario general, el turco Ekmeleddin Ihsanoglu, de “incitación al odio y de abuso de la libertad de expresión” y que vincula con “el alarmante incremento de la islamofobia en Europa”.
No es fácil encontrar estos días consideraciones de este tipo contra Charlie Hebdo. Quienes han combatido contra la libertad de expresión en los foros internacionales, incluso en Naciones Unidas, y sostienen legislaciones contra la blasfemia de corte medieval en sus países no tienen hoy interés en que se confundan sus posiciones con las de los asesinos de París. Pero hurgando un poco se pueden encontrar, incluso sin conocer las principales lenguas donde se expresan este tipo de posiciones.
La Conferencia Islámica acusó en 2012 a Charlie Hebdo de “incitación al odio y de abuso de la libertad de expresión”
Leo, por ejemplo, a través de la agencia Eurotopics, estas inquietantes frases del diario turco Miliyet, a propósito del atentado de París: “En todo el mundo se desencadenan oleadas de tópicos sobre el islam como un tsunami. Afectan a millones de hermanos y hermanas musulmanes, a los que se excluye. Es la razón por la que se hallan oprimidos, sufren, se ven obligados a vivir en circunstancias difíciles… Si al menos no se hicieran dibujos como estos, estas caricaturas del profeta del islam y no se ofendiera a los musulmanes. La mirada de los cristianos sobre sus profetas es distinta. Les permite incluso a los comediantes interpretar a Jesús desnudo en el escenario. Esta es la idea de libertad en la cristiandad. ¿Pero es justo aplicar la misma forma de ver las cosas al islam? Manifiestamente no, por cuanto existen grandes diferencias de cultura, de mentalidad y de religión entre ambas”.
Las condenas verbales son muy fáciles. También de credibilidad limitada, porque no bastan para aislar a una religión tan extendida y tan respetable de unas organizaciones terroristas que pretenden erigirse en su dirección y vanguardia. Los únicos que pueden hacerlo son los propios creyentes, a través del único camino conocido, como es la defensa de las libertades individuales, empezando por la libertad religiosa, incluidos los derechos a la apostasía y al ateísmo, y siguiendo por la libertad de expresión, que sin duda incluye la crítica y la mofa de todas las religiones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.