Las mascotas, juguetes de consumo
Durante las Navidades se concentra un importante porcentaje de las compras anuales de mascotas en España. Y un elevado número de ellas son el resultado de una actitud impulsiva, consumista o caprichosa. Me refiero al hecho de que algunos padres sucumben a los ruegos de sus hijos, quienes anhelan poseer uno de estos animales de compañía en casa. Pero la tenencia de éstos lleva implícito un fuerte grado de compromiso y responsabilidad, puesto que requieren cuidados diarios. En caso contrario, les haremos sufrir, ya que no podemos olvidar que son seres vivos y no juguetes.
Este comentario está relacionado con la vergonzosa cifra —150.000— de animales que son abandonados en nuestro país cada año; una significativa parte de ellos, dos o tres meses después del periodo navideño. Dicho comportamiento, inhumano, insensible e incívico, se deriva de la pérdida de interés que sus pequeños dueños experimentan por sus nuevos amigos. Así las cosas, los adultos, antes de regalarles a sus vástagos una mascota, deben tener presente que ésta crecerá y requerirá de nuestra atención y protección durante toda su vida. Y en el supuesto de que no se desee continuar disfrutando de su maravillosa compañía, siempre existirá la posibilidad, y casi la obligación moral, de entregarlos a alguna de las organizaciones especializadas en la acogida de animales. Las mascotas nos regalan su cariño incondicional y no son juguetes, sino las víctimas de una sociedad de consumo en la que ciertos valores han desaparecido.— Javier Prieto Pérez.
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