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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

A qué estamos dispuestos a renunciar

Portada del informe de desigualdad de @oxfamintermon

Al igual que la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es un fenómeno natural. La causan los seres humanos y puede ser superada y erradicada gracias a la actuación de esos mismos seres humanos. Acabar con la pobreza no es un gesto de caridad; es un acto de justicia. Es proteger un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras siga habiendo pobreza, no habrá verdadera libertad.Nelson Mandela.

Al igual que la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es un fenómeno natural. La causan los seres humanos y puede ser superada y erradicada gracias a la actuación de esos mismos seres humanos. Acabar con la pobreza no es un gesto de caridad; es un acto de justicia. Es proteger un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras siga habiendo pobreza, no habrá verdadera libertad.Nelson Mandela.

Sin duda acabar con la pobreza es posible en términos absolutos. La pregunta es ¿a qué estamos dispuesto a renunciar para que los demás dejen de ser pobres? La pobreza es un estigma de otros. Como explica magistralmente Martin Caparrós en su libro “El Hambre”, hay millones de hambrientos en el mundo pero nosotros no conocemos a ninguno, porque se encuentran todos concentrados en sitios alejados. Lo interesante de la pobreza en este mundo globalizado es que nos beneficia a todos a distancia. Una distancia suficientemente grande para que gocemos de sus ventajas sin sentir un ápice de responsabilidad.

Me explicaba mi amiga que en realidad ella no quería que todos fuéramos iguales, no se trata de que todo el mundo tenga lo mismo, se trata de que no haya pobreza extrema. "Se trata de asegurar que los que menos tienen por lo menos tengan suficiente para comer y acceso a la educación". Ya, pero, eso destruirá el desequilibro que nos nutre de ropa barata, aparatos electrónicos baratos, comida barata, en definitiva consumo barato, e incluso, de consumo a secas. La gente que trabaja en las maquilas no lo hace porque les guste. Trabajan hacinadas miles de hambrientas con el único de fin de sobrevivir un día más y así nosotros podemos tener una camiseta fabricada en El Salvador que cuesta 10 euros, o mucho menos. El hambre de un mundo es la energía que nutre al otro.

Mi amiga estaba convencida que es todo una cuestión de información. "La gente no sabe que se puede acabar con la pobreza, cuando se lo contemos reaccionarán". La verdad es que las personas en general somos buena gente. No deseamos mal a los demás. Pero estamos inmersos en un sistema perverso que no nos deja mucho margen para pensar. Vamos corriendo como el conejo de Alicia en el País de las maravillas. Para sobrevivir en este contexto construimos barreras emocionales que nos protegen del entorno. Aun así, cuando algún estimulo externo nos toca reaccionamos y ponemos nuestro grano de arena para el cambio. Compramos de un modo ético, comercio justo o ecológico, colaboramos con alguna organización, somos solidarios. Los mercados aceptan esos pequeños destellos de humanidad que emergen mercantilizándolos rápidamente. Lo eco y lo fair son tendencia. Algo en que pensar. Pero de todos modos, como dice Martin Caparrós, los pequeños tenemos una pequeña responsabilidad en lo que pasa, comparado con la gran responsabilidad que tienen los que producen las camisetas en El Salvador. Aunque seguramente los que se lucran gracias a la miseria de los demás no son conscientes del todo de su responsabilidad, como no lo somos los que compramos las camisetas. Pero eso, como a nosotros, no les exime de ella.

Pero entonces, "¿no podemos hacer nada para acabar con la pobreza?". La verdad es que si pensara que no podemos hacer nada no estaría aquí escribiendo este artículo. Yo creo que sí podemos hacer, creo que debemos hacer y creo que concretamente ahora vivimos un momento excepcional de cambio inminente que realmente puede abrir las puertas de un nuevo modelo económico-social. Existe todo un movimiento que está impulsando el cambio y gracias al nuevo paradigma de la revolución digital puede llegar a ser global. Cada uno tenemos que encontrar la forma de participar activamente en este cambio empezando en todos los casos por aceptar que el modelo en el que vivimos no es bueno, aunque estemos cómodos en él. De hecho, no es un modelo que aporte la felicidad, sino más bien lo contrario.

"¿Has hablado de un movimiento global?", me espetó mi amiga. Sí, un movimiento global. Prueba de ello es que “El capital” de Picketty es un best seller mundial...

Comentarios

Muchas gracias por el artículo, Lula. Y por este blog, desde el que creo que estáis ayudando a cambiar las cosas.Dicho esto: creo que tenemos que aspirar a mucho más. Y llegar a más personas, no solo a las que ya demuestran interés en ayudar a los demás, sino a TODOS. No podemos vivir ajenos a las necesidades de los demás, y tampoco hace falta irse a África para ver gente que no tiene nada... En un mundo abundante, nos toman el pelo quienes pretenden que creamos que no hay para todos. Hay recursos, pero están mal gestionados. ¿Soy demasiado optimista si creo que entre todos podemos cambiarlo? (Y ya me callo ;)
Muchas gracias por el artículo. Es una reflexión muy interesante sobre cómo podríamos cambiar el mundo desde nuestra acción individual en una sociedad global. En mi opinión, creo que la primera transformación ha de ser individual, como persona y transmitir nuestras ideas y formas de vivir a nuestro entorno más cercano, nuestra familia, amigos, compañeras y compañeros de trabajo, etc. Si además reivindicásemos una educación diferente, más humanizada, menos mercantilistas, habríamos dado un gran paso para transformar el mundo. En ese camino ando..seguro no llegaré a la meta, pero habré avanzado.Saludos.
Un buen artículo para un buen blog. Pero, sobre todo, un buen título.Cuento mi experiencia. En el verano de 2006, estuve de profesor voluntario cerca de León, en Nicaragua. Era una zona de campo, donde los campesinos, la mayoría, se nutrían de lo que les daba la tierra. Solo unos pocos eran los privilegiados que podían caminar durante horas, por caminos de arena, para llegar a la "fábrica de camisetas" y trabajar 10-12 horas por un sueldo un poquito mayor. Cada día en la escuela descubría hechos miserables que hacían que mi corazón se encogiera. Al cabo de un tiempo allí, un día descubrí que Pedro estaba faltando a clase y que no tenía noticias de él. Por la tarde, después de caminar un buen rato, me acerqué hasta su "casa". Allí estaba, tan sonriente como siempre. Le pregunté por su ausencia y me dijo que se le habían roto los zapatos. ¡Imposible! ¡Eso no podía estar ocurriendo! ¡No estando yo allí! Rápidamente le dije que se pusiera lo que fuera, que nos íbamos en el "autobús" de la tarde a León, que eso no podía ser, que yo no lo podía consentir, etc. Típico discurso de europeo salvador.Cuando llegamos a la "tienda" me puse enseguida a buscar los mejores zapatos. Encontré unos estupendos. Claro, como no, me había fijado en los más caros. Pero no importaba: pagaba yo y al cambio tan solo eran 10 euros. Mientras tanto, Pedro había fijado su mirada en unos que estaban en lo alto y me dijo: "Quiero esos". Eran de la talla 45 y por supuesto, le dije que no. Y él me contestó: "Esos me durarán más tiempo".El verano prosiguió y, tras muchas historias inolvidables, volví a casa. Aterricé un jueves y ese sábado, tenía una boda. ¡Dios mío! ¿Y qué zapatos me pongo? Una amiga me dijo: ¡Vete a una zapatería de Sol y cómprate unos por 20 euros! Aunque solo te los pongas esta vez! Y me acordé de Pedro...Tras mi vuelta de Nicaragua, pasé unos años duros y complicados, incluso diría que los sigo padeciendo. Años en los que mi cabeza no es capaz de comprender la desigualdad existente en este mundo. Llegué a la conclusión de que o dejaba todo lo que tenía aquí y dedicaba mi vida a los pobres allí o tenía que adaptarme a los mecanismos de este sistema. No hay otro mundo para aquellos que luchamos contra EL SISTEMA. Al final, los engranajes de este mundo te acogotan.TODOS nos quejamos, pero vivimos acomodados. Un ejemplo: en la era digital en la que vivimos, podemos enviar a través de la red todas nuestras ideas para que TODOS juntos, cambiemos el mundo. Y seguro que es posible Isabel. Yo lucho por ello, cada día, desde mis clases. Pero, al final del día, siempre una pregunta taladra mi cerebro: ¿Quién hace ese microchip de tu Ipad Air, de tu pizarra digital, de tu ordenador de sobremesa,...?Gracias G. Fanjul por hacernos reflexionar sobre aquello a lo que deberíamos de estar dispuestos a renunciar.
¡¡Coincido tanto y tanto con ustedes!! Justo la semana pasada publiqué un artículo que tiene que ver todo con esto, se los comparto. Saludoshttp://auroradelarosan.blogspot.mx/2015/02/en-busca-de-equilibrio-una-leccion.html
Muchas gracias por el artículo, Lula. Y por este blog, desde el que creo que estáis ayudando a cambiar las cosas.Dicho esto: creo que tenemos que aspirar a mucho más. Y llegar a más personas, no solo a las que ya demuestran interés en ayudar a los demás, sino a TODOS. No podemos vivir ajenos a las necesidades de los demás, y tampoco hace falta irse a África para ver gente que no tiene nada... En un mundo abundante, nos toman el pelo quienes pretenden que creamos que no hay para todos. Hay recursos, pero están mal gestionados. ¿Soy demasiado optimista si creo que entre todos podemos cambiarlo? (Y ya me callo ;)
Muchas gracias por el artículo. Es una reflexión muy interesante sobre cómo podríamos cambiar el mundo desde nuestra acción individual en una sociedad global. En mi opinión, creo que la primera transformación ha de ser individual, como persona y transmitir nuestras ideas y formas de vivir a nuestro entorno más cercano, nuestra familia, amigos, compañeras y compañeros de trabajo, etc. Si además reivindicásemos una educación diferente, más humanizada, menos mercantilistas, habríamos dado un gran paso para transformar el mundo. En ese camino ando..seguro no llegaré a la meta, pero habré avanzado.Saludos.
Un buen artículo para un buen blog. Pero, sobre todo, un buen título.Cuento mi experiencia. En el verano de 2006, estuve de profesor voluntario cerca de León, en Nicaragua. Era una zona de campo, donde los campesinos, la mayoría, se nutrían de lo que les daba la tierra. Solo unos pocos eran los privilegiados que podían caminar durante horas, por caminos de arena, para llegar a la "fábrica de camisetas" y trabajar 10-12 horas por un sueldo un poquito mayor. Cada día en la escuela descubría hechos miserables que hacían que mi corazón se encogiera. Al cabo de un tiempo allí, un día descubrí que Pedro estaba faltando a clase y que no tenía noticias de él. Por la tarde, después de caminar un buen rato, me acerqué hasta su "casa". Allí estaba, tan sonriente como siempre. Le pregunté por su ausencia y me dijo que se le habían roto los zapatos. ¡Imposible! ¡Eso no podía estar ocurriendo! ¡No estando yo allí! Rápidamente le dije que se pusiera lo que fuera, que nos íbamos en el "autobús" de la tarde a León, que eso no podía ser, que yo no lo podía consentir, etc. Típico discurso de europeo salvador.Cuando llegamos a la "tienda" me puse enseguida a buscar los mejores zapatos. Encontré unos estupendos. Claro, como no, me había fijado en los más caros. Pero no importaba: pagaba yo y al cambio tan solo eran 10 euros. Mientras tanto, Pedro había fijado su mirada en unos que estaban en lo alto y me dijo: "Quiero esos". Eran de la talla 45 y por supuesto, le dije que no. Y él me contestó: "Esos me durarán más tiempo".El verano prosiguió y, tras muchas historias inolvidables, volví a casa. Aterricé un jueves y ese sábado, tenía una boda. ¡Dios mío! ¿Y qué zapatos me pongo? Una amiga me dijo: ¡Vete a una zapatería de Sol y cómprate unos por 20 euros! Aunque solo te los pongas esta vez! Y me acordé de Pedro...Tras mi vuelta de Nicaragua, pasé unos años duros y complicados, incluso diría que los sigo padeciendo. Años en los que mi cabeza no es capaz de comprender la desigualdad existente en este mundo. Llegué a la conclusión de que o dejaba todo lo que tenía aquí y dedicaba mi vida a los pobres allí o tenía que adaptarme a los mecanismos de este sistema. No hay otro mundo para aquellos que luchamos contra EL SISTEMA. Al final, los engranajes de este mundo te acogotan.TODOS nos quejamos, pero vivimos acomodados. Un ejemplo: en la era digital en la que vivimos, podemos enviar a través de la red todas nuestras ideas para que TODOS juntos, cambiemos el mundo. Y seguro que es posible Isabel. Yo lucho por ello, cada día, desde mis clases. Pero, al final del día, siempre una pregunta taladra mi cerebro: ¿Quién hace ese microchip de tu Ipad Air, de tu pizarra digital, de tu ordenador de sobremesa,...?Gracias G. Fanjul por hacernos reflexionar sobre aquello a lo que deberíamos de estar dispuestos a renunciar.
¡¡Coincido tanto y tanto con ustedes!! Justo la semana pasada publiqué un artículo que tiene que ver todo con esto, se los comparto. Saludoshttp://auroradelarosan.blogspot.mx/2015/02/en-busca-de-equilibrio-una-leccion.html
Muchas gracias por el artículo, Lula. Y por este blog, desde el que creo que estáis ayudando a cambiar las cosas.Dicho esto: creo que tenemos que aspirar a mucho más. Y llegar a más personas, no solo a las que ya demuestran interés en ayudar a los demás, sino a TODOS. No podemos vivir ajenos a las necesidades de los demás, y tampoco hace falta irse a África para ver gente que no tiene nada... En un mundo abundante, nos toman el pelo quienes pretenden que creamos que no hay para todos. Hay recursos, pero están mal gestionados. ¿Soy demasiado optimista si creo que entre todos podemos cambiarlo? (Y ya me callo ;)
Muchas gracias por el artículo. Es una reflexión muy interesante sobre cómo podríamos cambiar el mundo desde nuestra acción individual en una sociedad global. En mi opinión, creo que la primera transformación ha de ser individual, como persona y transmitir nuestras ideas y formas de vivir a nuestro entorno más cercano, nuestra familia, amigos, compañeras y compañeros de trabajo, etc. Si además reivindicásemos una educación diferente, más humanizada, menos mercantilistas, habríamos dado un gran paso para transformar el mundo. En ese camino ando..seguro no llegaré a la meta, pero habré avanzado.Saludos.
Un buen artículo para un buen blog. Pero, sobre todo, un buen título.Cuento mi experiencia. En el verano de 2006, estuve de profesor voluntario cerca de León, en Nicaragua. Era una zona de campo, donde los campesinos, la mayoría, se nutrían de lo que les daba la tierra. Solo unos pocos eran los privilegiados que podían caminar durante horas, por caminos de arena, para llegar a la "fábrica de camisetas" y trabajar 10-12 horas por un sueldo un poquito mayor. Cada día en la escuela descubría hechos miserables que hacían que mi corazón se encogiera. Al cabo de un tiempo allí, un día descubrí que Pedro estaba faltando a clase y que no tenía noticias de él. Por la tarde, después de caminar un buen rato, me acerqué hasta su "casa". Allí estaba, tan sonriente como siempre. Le pregunté por su ausencia y me dijo que se le habían roto los zapatos. ¡Imposible! ¡Eso no podía estar ocurriendo! ¡No estando yo allí! Rápidamente le dije que se pusiera lo que fuera, que nos íbamos en el "autobús" de la tarde a León, que eso no podía ser, que yo no lo podía consentir, etc. Típico discurso de europeo salvador.Cuando llegamos a la "tienda" me puse enseguida a buscar los mejores zapatos. Encontré unos estupendos. Claro, como no, me había fijado en los más caros. Pero no importaba: pagaba yo y al cambio tan solo eran 10 euros. Mientras tanto, Pedro había fijado su mirada en unos que estaban en lo alto y me dijo: "Quiero esos". Eran de la talla 45 y por supuesto, le dije que no. Y él me contestó: "Esos me durarán más tiempo".El verano prosiguió y, tras muchas historias inolvidables, volví a casa. Aterricé un jueves y ese sábado, tenía una boda. ¡Dios mío! ¿Y qué zapatos me pongo? Una amiga me dijo: ¡Vete a una zapatería de Sol y cómprate unos por 20 euros! Aunque solo te los pongas esta vez! Y me acordé de Pedro...Tras mi vuelta de Nicaragua, pasé unos años duros y complicados, incluso diría que los sigo padeciendo. Años en los que mi cabeza no es capaz de comprender la desigualdad existente en este mundo. Llegué a la conclusión de que o dejaba todo lo que tenía aquí y dedicaba mi vida a los pobres allí o tenía que adaptarme a los mecanismos de este sistema. No hay otro mundo para aquellos que luchamos contra EL SISTEMA. Al final, los engranajes de este mundo te acogotan.TODOS nos quejamos, pero vivimos acomodados. Un ejemplo: en la era digital en la que vivimos, podemos enviar a través de la red todas nuestras ideas para que TODOS juntos, cambiemos el mundo. Y seguro que es posible Isabel. Yo lucho por ello, cada día, desde mis clases. Pero, al final del día, siempre una pregunta taladra mi cerebro: ¿Quién hace ese microchip de tu Ipad Air, de tu pizarra digital, de tu ordenador de sobremesa,...?Gracias G. Fanjul por hacernos reflexionar sobre aquello a lo que deberíamos de estar dispuestos a renunciar.
¡¡Coincido tanto y tanto con ustedes!! Justo la semana pasada publiqué un artículo que tiene que ver todo con esto, se los comparto. Saludoshttp://auroradelarosan.blogspot.mx/2015/02/en-busca-de-equilibrio-una-leccion.html

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