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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ambigüedad europea

Bruselas debe concentrarse en la política monetaria expansiva y en el plan de Juncker

Cuando la política económica del euro parecía orientada en la dirección sugerida a media voz por Jean-Claude Juncker (flexibilidad en el cumplimiento de las obligaciones de estabilidad, expansión monetaria y un tibio plan de inversión a tres años para intentar un tratamiento de choque en la demanda europea), la Comisión Europea acaba de recordar a siete países (Francia, Bélgica, España, Italia, Malta, Austria y Portugal) que sus condiciones financieras les ponen en riesgo de incumplir el objetivo de déficit en 2015.

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En el caso de España, ese riesgo es claro. Un cálculo fácil demostraría que para cumplir con el déficit pactado para 2015, el Gobierno tendría que aplicar un ajuste adicional de unos 23.000 millones. Si se tiene en cuenta que Mariano Rajoy ha puesto en marcha una rebaja (también tibia) del IRPF, se comprenderá que el incumplimiento es probable.

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La cuestión importante no es de cumplimiento, sino de indefinición. Si se acepta que las economías europeas tienen un grave problema de estancamiento —o de crecimiento pobre sin creación de empleo— más una amenaza deflacionista, el énfasis no puede ponerse en el objetivo de déficit, aunque España lo incumpla y Francia haya planteado un pulso político para mantener su presupuesto. El esfuerzo de Bruselas debería concentrarse en la política monetaria expansiva y en el plan de inversiones de Juncker.

Es decir, se trata, una vez más, de que el BCE se decida a comprar deuda pública, como le acaba de recomendar la OCDE, y de que el plan de Juncker se aplique inmediatamente y con más inversión. Las economías europeas necesitan un proyecto mejor y más dotado que el propuesto por el presidente de la Comisión, y menos emplastos de contracción presupuestaria. Por esa razón, Juncker debería, en la medida de sus posibilidades (escasas), eliminar la ambigüedad vigente en la definición económica europea.

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