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Un rey solitario, arrogante y lleno de contradicciones

Barbro Hultman, que ha estado 40 años junto a Carlos Gustavo de Suecia, descubre la personalidad de un hombre marcado por su dislexia

Carlos Gustavo y Silvia de Suecia.
Carlos Gustavo y Silvia de Suecia. CORDON

“Cuando en 1997 los síntomas de la anorexia de la princesa heredera, Victoria, eran más que evidentes, en palacio pocos querían verlo", cuenta Elisabeth Tarras-Wahlberg, jefa de prensa de la corte, y añade: "Recuerdo que el día después de su graduación, la familia real salía de viaje hacia España para asistir a la boda de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarín y recomendé que la princesa Victoria se pusiera para la celebración un vestido de manga larga que la ayudara a esconder la extrema delgadez de sus brazos. El rey, que es muy razonable cuando de asuntos personales se trata, puede en ciertas ocasiones ser también muy testarudo. Por eso resultó muy difícil convencerlo para que se hicieran públicos los trastornos alimenticios de la princesa y se tomaran cartas en el asunto, poniéndola bajo tratamiento en Nueva York”. Este es solo un pequeño fragmento de una de las muchas anécdotas que salpican las 176 páginas que componen la última biografía escrita sobre el rey Carlos Gustavo de Suecia. “Quería presentar a la persona que está detrás del personaje”, explica Barbro Hultman, su autora, “y cambiar la imagen que los medios de comunicación han estado dando de él”.

Obligado a asumir la responsabilidad del trono a la edad de 27 años, Carlos Gustavo de Suecia, ha visto cómo en los últimos años de reinado su imagen pública se convertía en el objetivo de muchos y afilados ataques. Particularmente tras la publicación en 2010 de una biografía no autorizada en la se hablaba de sus reiteradas infidelidades y sus salidas nocturnas a clubes de alterne y striptease. Tampoco le ayudó la difusión de una grabación en la que uno de sus mejores amigos intentaba negociar la no publicación de unas fotos comprometedoras del monarca. “Él es víctima de uno de los procesos más reconocidos y obvios de intimidación pública en Suecia”, asegura Hultman, “aunque también hay que admitir que, parcialmente, él mismo ha contribuido a ello. Es un hombre complejo y sus problemas de dislexia no le ayudan a la hora de expresarse”.

Hace 40 años que Barbro Hultman, periodista de 76 años, empleada además desde 1997 de la Casa Real Sueca, cubre información real. Exactamente las mismas cuatro décadas que lleva el rey Carlos Gustavo en el trono (15 de septiembre 1973). Su perspectiva como objetiva periodista y la subjetividad de quien conoce los entresijos de palacio se mezclan en este libro, en el que, además de impresiones y anécdotas personales, Hultman se apoya en lo que las personas más cercanas al rey piensan de él.

Su hermana Christina, por ejemplo, tantas veces consejera y amiga, dice del rey que es un hombre extremadamente hacendoso, que empieza a trabajar a las 7 de la mañana y no termina hasta entrada la media noche. Un hombre que no deja nada al azar, preocupado por los detalles y terco a la hora de asumir cualquier tarea. Hultman nos presenta a un hombre paciente y amante de la música, que hubiera preferido dedicarse al teatro más que a los quehaceres reales. Un hombre que soñaba con subirse al escenario de la Ópera Real en vez de sentarse en el trono real.

Y así, a través de anécdotas propias y ajenas, Barbro Hultman va, poco a poco, mostrando las nuevas caras de un rey solitario y tímido, arrogante y lleno de contradicciones al que en petit comité le encanta divertirse y divertir. “A pesar de que el monarca pueda parecer un señor muy arrogante y testarudo, la verdad es que toda su vida ha tenido que superar la timidez y la falta de confianza en sí mismo. Sin embargo, en las distancias cortas y en privado es pícaro y le encanta hacer reír a la gente”, se puede leer en Tras las Bambalinas Reales. Una biografía convertida en inspiradora descripción del hombre que está detrás, al lado o por encima de la imagen del rey. Un revelador libro llamado a acallar las voces críticas de aquellos que hablan de la oportunidad y necesidad de que Carlos Gustavo de Suecia, el rey que no quiere abdicar, ceda el trono a su hija, la princesa Victoria.

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