Otra educación arquitectónica 2: Trabajar sola
“No me gusta hacer distinciones de género pero tampoco creo que sea una casualidad que en concursos como el del Arco del Bicentenario en la Ciudad de México (2010), cuando el gobierno invitó a más de 30 oficinas a hacer el nuevo emblema para la ciudad de México pidiendo un monumento vertical, las únicas dos mujeres invitadas al concurso (Tatiana Bilbao y yo) fuésemos las únicas también en proponer no una escultura sino una plaza”.
Más que de arquitectura y género, la mexicana Fernanda Canales (1974) defiende que un arquitecto debe pensar “en las consecuencias colectivas del espacio privado”. También cree que es fundamental que el autor desaparezca de su obra una vez terminada. “Hace cien años, menos del 10 % de la población mundial era dueña de una propiedad. La emancipación de las clases menos privilegiadas, igual que la de la mujer, la simplificación de las tareas domésticas, el sentido de confort… todas estas batallas se han dado en el ámbito doméstico”. Por eso ella describe algunas viviendas que cuestionan las formas de vida aprendidas. Habla de la casa-estudio que Juan O´Gorman diseñó para Diego Rivera y Frida Kahlo: dos casas unidas por un puente que redefinieron la idea de pareja, la casa como lugar de trabajo y como espacio para el desarrollo personal. “Esa vivienda liberó la convivencia forzada entre los distintos miembros de una familia”.
Canales cree que la casa debe ser “un sitio donde uno pueda ser uno mismo, lejos de lo que sucede fuera”. Virginia Wolf ya lo escribió en 1929 en su libro Una Habitación Propia. Y Canales lo suscribe hoy. Por lo demás, para estar siempre bien en casa, ésta debe ser capaz de cambiar al igual que sus habitantes.
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