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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Ciudades, humo y el clima

“La batalla global por la sostenibilidad se ganará o perderá en las ciudades”, afirmaba en 1992 Maurice F. Strong, secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro. Hoy celebramos el Día Mundial de las Ciudades, en las que habita más del 50% de la población mundial y donde, según la ONU, de mantenerse el actual ritmo de crecimiento, puede llegar al 60% en 2030. En 2050, la población urbana podría duplicar su volumen actual, aumentando de 3.300 a 6.500 millones; de hecho, más de dos tercios de europeos vivimos ya en núcleos urbanos. Esta creciente urbanización del planeta tiene cada vez mayor impacto sobre la salud de las personas y de la tierra como consecuencia del incremento de la presión sobre los recursos naturales, la constante generación de residuos y la emisión de gases contaminantes a la atmósfera asociados a la manera en que habitamos el planeta.

Foto: Una calle de Linfen bajo el smog, China. Sheila, en: Flickr Creative Commons.

Efectivamente, se calcula que la concentración de estos gases contaminantes ha aumentado un 30% desde el siglo pasado, y la calidad del aire se ha convertido en el gran problema de salud medioambiental mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este escenario, las grandes urbes son las protagonistas. La concentración de dióxido de carbono en su atmósfera se ha incrementado más de un 30%, desde el comienzo de la revolución industrial, principalmente por el uso de combustibles fósiles. A ello se atribuye hasta una de cada ocho muertes en el mundo, es decir, que 1,3 millones de personas mueren al año a causa de la contaminación atmosférica urbana; en China e India, hasta tres cuartas partes. Las consecuencias en la variación del clima son además visibles ya en muchas regiones del planeta, asegura el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Tanto es así, que la Agencia Internacional de la Energía ha establecido 2017 como fecha límite para acotar el incremento de las temperaturas.

Entre el humo, las ciudades enfrentan hoy el reto de la sostenibilidad ambiental, social y económica. Y la población española percibe esta necesidad. De hecho, el 90% afirma que la creciente urbanización del planeta supone un riesgo muy grave para el medioambiente y que si bien revertir el cambio climático es posible, para ello será necesario cambiar significativamente nuestro modo de vida, según el Barómetro de Cultura Ecológica de Metroscopia. Quizá por eso, asistimos a una paulatina multiplicación de iniciativas ciudadanas orientadas a generar nuevas formas de consumo y producción, más respetuosas con el medio y las personas. Ejemplo de ello son las Ciudades en Transición, que van dejando de lado el uso de combustibles fósiles y apuestan por un desarrollo local y sostenible. O la posibilidad, por primera vez, de lograr un acuerdo universal sobre el clima, que marque un necesario punto de inflexión a escala planetaria. Para ello, las miradas estarán puestas sobre París, que acogerá la vigésimoprimera Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP21), en 2015, con el deseo de que, como concluye la Carta de la Tierra, “el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida”.

Comentarios

Como venimos de una época en la que existe un derroche de vida en cualquier rincón del planeta que miremos, en nuestro interior pensamos que nuestro mundo solo puede ser así.Que el agua de la lluvia siempre estará clara y limpia y que el aire que respiramos siempre será sano.Pero resulta que la tierra saturada de productos complejos y de plásticos cada día está menos digerible, incluso para los árboles que fueron antes que los animales.Estamos ensuciando el planeta hasta unos límites insospechados y nadie se pone manos a la obra.En el centro de los océanos existen basureros de kilómetros de extensión, que nadie limpia ni explota, siendo una riqueza la basura en si misma de gran rendimiento.Ni los estado ponen a trabajar barcos que recojan los miles de kilos de basura flotante.No digamos en los fondos, ni los vertidos.Lloviendo agua ácida que a no tardar mucho agostará las plantas que producen el oxígeno.Y detrás o a su lado vamos todos.Como en el anuncio del tráfico.
Muy buen punto de vista, el futuro nos lo dira
Como venimos de una época en la que existe un derroche de vida en cualquier rincón del planeta que miremos, en nuestro interior pensamos que nuestro mundo solo puede ser así.Que el agua de la lluvia siempre estará clara y limpia y que el aire que respiramos siempre será sano.Pero resulta que la tierra saturada de productos complejos y de plásticos cada día está menos digerible, incluso para los árboles que fueron antes que los animales.Estamos ensuciando el planeta hasta unos límites insospechados y nadie se pone manos a la obra.En el centro de los océanos existen basureros de kilómetros de extensión, que nadie limpia ni explota, siendo una riqueza la basura en si misma de gran rendimiento.Ni los estado ponen a trabajar barcos que recojan los miles de kilos de basura flotante.No digamos en los fondos, ni los vertidos.Lloviendo agua ácida que a no tardar mucho agostará las plantas que producen el oxígeno.Y detrás o a su lado vamos todos.Como en el anuncio del tráfico.
Muy buen punto de vista, el futuro nos lo dira

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