Los ochenta vuelven al Báltico
La Marina sueca trata de localizar en sus aguas a un submarino ruso
Definitivamente están volviendo los ochenta. A su modo —como lo fueron los años originales— pero lo están haciendo. No se trata únicamente de que se hayan rodado y estrenado remakes de series y películas como El Equipo A, Wall Street o Amanecer Rojo, o de que un sector del Partido Republicano en EE UU trate de que Ronald Reagan siga presente en la vida de los estadounidenses, aunque sea como efigie de los billetes de cinco dólares. Ni de que se acabe de estrenar una película sobre los Spandau Ballet, (y aunque todavía faltan las hombreras masculinas, seguro que están en ello). Desde hace menos de una semana el mar Báltico también ha recuperado una vieja costumbre de esa década: la búsqueda del submarino ruso averiado. La Armada sueca trata, desde hace cinco días, de localizar en sus aguas territoriales a un submarino que, posiblemente, ha sufrido un percance mientras se encontraba en una misión secreta. Moscú ha negado tajantemente que tenga ningún buque en esas aguas, pero los suecos poseen las suficientes imágenes y testimonios como para haber movilizado a sus navíos 24 horas al día.
Obviamente la Rusia de 2014 no es la Unión Soviética de los ochenta, pero algo de aquella década está volviendo también a las relaciones internacionales. Y los submarinos rusos en aguas suecas son un buen ejemplo. Solo en los años ochenta hubo 11 incidentes de este tipo con Suecia. El más famoso fue el del U137, que en 1981 quedó varado a solo 10 kilómetros de la base naval sueca más importante. Entonces Suecia era un país neutral —y lo sigue siendo oficialmente— y aunque situada en el bloque occidental y modelo de Estado del bienestar hacía equilibrios estratégicos entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero con la caída de la URSS se confió y hasta jubiló en 2008 a sus aviones antisubmarinos, que ahora necesita en la búsqueda.
El juego del gato y el ratón es algo normalmente aceptado en las relaciones internacionales, pero como resultado de la agresividad militar mostrada por Putin con Ucrania, los Gobiernos occidentales ya no podrán limitarse a tomar nota. Ahora deberán tratar de descifrar cuáles son las verdaderas intenciones de Moscú. Exactamente igual que en los ochenta.
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