Fútbol y nacionalismo
El irredentismo arruina un partido y complica las difíciles relaciones en los Balcanes
La fuerza de las reivindicaciones nacionalistas no deja de aportar problemas a Europa. Ha vuelto a demostrarlo el incidente del martes en el estadio del Partizan de Belgrado, a cuenta del dron [avión teledirigido] que trató de depositar sobre el terreno de juego una bandera de Albania con las comunidades albanesas en Kosovo, Serbia y Macedonia reivindicadas en el mito de la Gran Albania, cuando se jugaba un partido de la Eurocopa entre las selecciones serbia y albanesa. El jugador serbio Mitrovic saltó para hacerse con la bandera, varios jugadores albaneses intentaron recuperarla, se organizó una tremenda pelea en el terreno de juego y el campo fue invadido por varios fanáticos.
Los espectadores eran prácticamente todos serbios: los albaneses no habían podido asistir al encuentro, que la UEFA consideraba de alto riesgo. Por fortuna, porque es mejor no haber vivido lo que habría podido resultar de un choque directo entre las dos aficiones.
Uno de los que estaban en las gradas, Olsi Rama —hermano del primer ministro de Albania—, fue detenido en Belgrado, acusado en un primer momento de haber manejado el dron con un telemando. Puesto en libertad tras exhibir un pasaporte estadounidense, negó toda responsabilidad en lo ocurrido. “Nunca he usado un dron en mi vida, solo he comprado a mi hijo un helicóptero de juguete”, dijo a Reuters, a guisa de protestas de inocencia. Y el equipo albanés ha sido objeto en su país de la acogida reservada a los héroes.
Todo esto no solo ha arruinado un encuentro de fútbol —con las consiguientes tristezas y condenas de los Platini y los Blatter—, sino las ya difíciles relaciones de Albania y Serbia. Entre ambos se interpone Kosovo, el territorio poblado en gran parte por albaneses que se independizó unilateralmente en 2008. Albania intenta ingresar en la OTAN y lograr un acuerdo de asociación con la UE, Serbia aspira a ser miembro de la Unión y el jefe del Gobierno albanés quería convertirse en el primero de su país que iba a visitar Serbia en 70 años. Falta saber quién es el provocador que agita (malos) recuerdos del pasado para entorpecer la política del presente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.