Por qué importa la vuelta de Zelda Williams
La hija de Robin Williams ha reabierto sus perfiles en las redes sociales: la mejor forma de recuperar la libertad quitada por un abusón
El fin es el principio
Pocas cosas acaparan la atención como un famoso cuando abandona una red social. La causa es lo de menos. Charlie Sheen dejó Twitter en 2012 sin dar explicación alguna y logró que durante una semana muchos medios se preguntaran si la red social no se habría pasado de moda. Miley Cyrus también se fue en 2009, pero solo porque se lo pidió su novio de entonces. Rihanna abandonó Instagram en abril porque las políticas de la casa le impedían enseñar su cuerpo tan exhaustivamente como a ella le hubiera gustado. Tal es la atención que comandan estos titulares que, en 2010, varios famosos, de Lady Gaga para abajo, se comprometieron a abandonar sus perfiles digitales y recabar así fondos para una caridad.
Esta fórmula tiene un componente lógico y otro trágico. Es lógico que algo que deja de ocurrir dé un titular mucho más atractivo y fácil de asumir. Lo trágico es que abandonar una red social no termina con la historia. Charlie Sheen volvió a Twitter (que todavía no se ha pasado de moda) semanas después, Miley Cyrus es hoy una de las mujeres más seguidas y Rihanna publicó sus imágenes en otra corrala virtual.
Que los regresos son mucho más jugosos lo sabemos desde aquel hijo en la Biblia. Y a veces son mucho más ilustrativos. Perder esa parte es, efectivamente, trágico. Esto le pasó, este martes, a Zelda Williams.
La hija-D en el día-D
A Williams la echó de Twitter la peor calaña de internautas. Fue hace tres semanas, al saberse que su padre, el actor Robin Williams, se había quitado la vida. Un grupo de necios empezó a insultarla incesantemente por Twitter e Instagram y a llamar cobarde a su padre. Le enviaron fotos de cadáveres trucados para parecer el de Robin. Y ella, con un mensaje lleno de las erratas típicas de manos temblorosas, anunció que abandonaba la Red.
Recuperar territorio
Como viñeta sobre los abusos en la era digital, la historia tenía su valor. Pero si algo la eleva a parábola es su colofón. El martes, Zelda volvió a Twitter en un mensaje en el que solo ponía “Gracias”. Y enlazaba a una cita del actor y amigo de su padre Harvey Fierstein: “Que no te intimiden hasta callarte. No seas la víctima. Defínete a ti mismo”. Será almibarada pero es la mejor forma de recuperar la libertad quitada por un abusón. Y una muestra de que Internet está lleno de trolls, pero los que perduran son los humanos. Eso también merece su atención.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.