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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Arzobispo mileurista

El nuevo prelado de Madrid, Carlos Osoro, desvela que gana 1.010 euros al mes

SOLEDAD CALÉS

Acostumbrados a la figura hierática de Antonio María Rouco Varela, el nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, representa un modelo completamente diferente. Poco después del anuncio de su nombramiento, las palabras más repetidas para definir su figura han sido “diálogo” y “moderación”. Quizá las dos cualidades que menos ha exhibido su predecesor. Durante los 12 años que ha estado al frente de la Iglesia Católica, Rouco Varela ha mezclado con demasiada frecuencia la fe y la política, con una excesiva dosis de intransigencia. La defensa de la familia (exclusivamente la tradicional) y el ataque a las leyes que reconocen el derecho de las mujeres al aborto han sido sus principales caballos de batalla.

No faltan quienes opinan que el papa Francisco, a la hora de designar sucesor de una de las diócesis más importantes de la Iglesia católica se ha decantado por Osoro porque es un pastor que “huele a oveja”. A sus 69 años, ha derrochado afabilidad entre los fieles y ponderación cuando tocaba hablar de asuntos mundanos. Los feligreses le ven como un obispo extrovertido y cercano. Un mes después de tomar posesión de la archidiócesis de Valencia, ya pronunció una homilía en la lengua cooficial de aquella comunidad. Un guiño a sus ovejas.

En realidad, Bergoglio y Osoro tienen un perfil muy similar. Y no solo en el aspecto físico. Ambos coinciden en la manera de entender el papel de la Iglesia en el siglo XXI. En tono simpático, el Papa le ha rebautizado como El Peregrino por la constante presencia de este obispo todoterreno en los pueblos y las parroquias de su diócesis, de la que se ha despedido así: “Me voy de Valencia con las sotanas que tengo, con los libros y con muy poquitos euros en la cuenta donde ponen los 1.010 euros cada mes”. Es verdad que, en su caso, no tendrá que pagar el alquiler del Palacio Arzobispal.

Como si un catálogo de intenciones se tratara, el nuevo arzobispo de Madrid ha anunciado que su voluntad es hablar con todos y salir a la calle. Lo que diga o haga de ahora en adelante será examinado con lupa. Y no solo por Roma. Los políticos estarán atentos a sus mensajes pastorales. Al fin y al cabo, es el número dos de la Conferencia Episcopal.

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