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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La batuta del algoritmo

Un centro de arte de París organiza una exposición a través de un programa informático

SOLEDAD CALÉS

La Maison Rouge, un centro de arte situado cerca del puerto parisino del Arsenal, ha decidido celebrar su primera década de vida con una exposición, Le mur (La pared),con dos particularidades. La primera, que muestra la colección privada de su dueño, Antoine de Galbert, gestor de empresas agrícolas y uno de los herederos de la fortuna del grupo Carrefour. Y la segunda, que no se le ha encargado a ningún comisario que proponga un itinerario concreto para disfrutar de una colección que ya ha reunido 1.200 obras de 500 artistas diferentes.

Antoine de Galbert ha preferido que el recorrido de la exposición lo estableciera un programa informático aplicando un algoritmo. No hay, pues, ni orden cronológico, ni orden alfabético, no se han juntado los cuadros ni por sus características estilísticas, ni tampoco por sus temas, ni por el predicamento de los artistas que las firman. Están ahí, y de esa manera, porque así lo ha establecido un procedimiento mecánico que, en última instancia, obedece a un puñado de fórmulas matemáticas.

Quienes han estado allí hablan de un cierto abigarramiento (demasiadas obras en demasiado poco sitio) y de coincidencias políticamente incorrectas: un traje bávaro de Eva Braun, la amante de Hitler, al lado de las fotografías de un pueblo japonés destruido por la bomba atómica. Y destacan la falta de solemnidad de la invitación. Importa otro detalle: las obras no llevan cartelas. Si el visitante quiere saber quién firma determinado cuadro deberá consultarlo en unas pantallas táctiles que se encuentran en cada sala.

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Habrá quien considere la propuesta irreverente o transgresora pero no hace otra cosa que confirmar un afán muy de nuestra época: el de fulminar a los mediadores.

No hace falta el criterio de los periodistas porque cada uno ya se informa a su manera. Sobran los editores porque los libros llegan solos por Internet. Para qué las críticas que pretenden orientarme en la jungla del conocimiento si ya me valgo yo solo. ¿Un comisario que le saque partido a unos fondos artísticos? Vaya ordinariez. De lo que hoy se trata es de bajarle el vuelo a cualquier tipo de autoridad. Y, por si hubiera dudas, que tampoco los nombres de los artistas aparezcan al lado de sus obras. ¿Qué se habrán creído? 

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