Tengo un sueño en Estados Unidos
Lejos queda noviembre de 2008, cuando cuestiones personales se convirtieron en el deseo de lo que llamaban la América posracial. Más lejos queda aún el discurso de Martin Luther King que pronunció el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento de Lincoln. La historia parece estar escrita por grandes discursos sin salida que siempre nos han ayudado a entender el pasado, pero no parecen habernos hecho aprender para el futuro.
Las leyes son letras sobre el papel con asignaturas para septiembre incluso para la potencia mundial actual.
La brutalidad policial constituye un problema nacional y el racismo hace que medio siglo después las heridas sigan abiertas. Las políticas de igualdad están sobre la mesa, no sobre la realidad y el protocolo de armas en Estados Unidos hace que los conflictos se produzcan en las zonas donde los negros viven al margen de las estructuras de poder, donde la pobreza infantil negra triplica a la blanca y el desempleo es el doble.
La propia identidad y el reconocimiento de los derechos de cada uno serán salvaguardados cuando sean plenamente reconocidos. La palabra convivencia tiene que ser la que escriba las líneas de la solución al conflicto, a pesar de tener una larga historia, porque todos tenemos un sueño.— Sara Pérez García.
