Una solución de doble filo

Sobre la crisis iraquí, igual que sobre las demás, la Unión Europea avanza con desorden mientras trata de cubrir sus desacuerdos con un velo de consenso. Reunidos con urgencia el pasado 15 de agosto a petición de Francia e Italia, los ministros de los 28 se han felicitado... por que cada uno haga lo que quiera. En resumen, cada uno es libre de enviar, o no, armas a los kurdos de Irak para combatir a los yihadistasdel Estado Islámico.

Como de costumbre, Francia ni siquiera esperó a la reunión para anunciar que iba a entregar “armas sofisticadas” a los líderes del Kurdistán iraquí autónomo; los mismos que se quejan amargamente de no estar debidamente equipados para hacer frente a los insurgentes que se apoderaron de los recursos estadounidenses del Ejército iraquí. Reino Unido, Italia y la República Checa han seguido el ejemplo de París. Por el contrario, Suecia prefiere atenerse a su credo neutralista y pacifista. Finalmente, Alemania se ha visto una vez más dividida entre su deseo de influir en la dirección de los asuntos mundiales y su no intervencionismo heredado de la II Guerra Mundial. Y no sólo eso. La inquietud alemana es la siguiente: las armas entregadas a los peshmergas no deben servir, un día, para hacer la guerra al Estado iraquí dirigido desde Bagdad. (...)

Mediante la entrega de armas sofisticadas a los kurdos, y comprándoles directamente el petróleo, Occidente, al igual que Estados Unidos, asume el riesgo de solucionar un problema de forma inmediata mediante la creación de otro aún más difícil.

París, 18 de agosto