Una ‘ayuda’ indeseada

El martes, un convoy salió de la capital rusa con destino al sur: 280 camiones que —es lo que afirma el Kremlin— han partido de Moscú con ayuda para la población civil de la disputada ciudad ucrania de Donetsk. (…) El Gobierno ucranio ha anunciado que impedirá el tránsito de los camiones, aunque está dispuesto a permitir que la Cruz Roja se responsabilice de distribuir la carga. El problema es que el bienestar de los rusos es en lo último en lo que piensa el presidente ruso, Vladímir Putin. De no ser así, podría haber enviado la ayuda de forma mucho menos espectacular desde las cercanas localidades de Rostov o Volgogrado.

(…) Por desgracia, muchos son los indicios de que esta vez no va a haber un final feliz: no para la sufrida población de Ucrania oriental, atrapada entre dos frentes en la guerra no declarada entre el Ejército ucranio y la soldadesca alentada por Putin, y tampoco para el Gobierno de Kiev, que desde hace meses intenta impedir el troceado de su país que busca Rusia. (…)

La gran pregunta es qué precio está dispuesto a pagar Moscú. Cuanto más éxito tengan las tropas de Kiev, tanto más probable es una intervención rusa so capa de una “¡injerencia humanitaria!”. (…)

Es mucho lo que se juega Putin. La población rusa, alimentada con fábulas de un pretendido “holocausto” inminente en Ucrania y de la resistencia heroica de los ucranios orientales contra los “fascistas” de Kiev, no le perdonaría que diera marcha atrás. Pero una invasión supondría la ruptura definitiva con Occidente y arrastraría sanciones mucho más severas. (…)

Michael Laczynski

Viena, 13 de agosto