Entre el 8 de julio y el 4 de agosto de 2014, 400 niños y niñas palestinos han sido asesinados por el ejército israelí en Gaza. En menos de un mes, Israel ha matado 15 niños por día: uno cada 96 minutos.
331 niños y niñas murieron durante los 33 días que duró la operación “Plomo Fundido”, entre diciembre del 2008 y enero del 2009, según el Centro Palestino para los Derechos Humanos. Así, en dos acciones militares sobre Gaza, Israel ya ha provocado más muertes infantiles que la dictadura militar que asoló Argentina entre 1976 y 1983. En casi 8 años, los militares argentinos asesinaron, secuestraron y produjeron la desaparición forzada de 500 niños y niñas. La democracia israelí, en 33 días de “Plomo Fundido” y 27 de “Margen Protector”, en 60 días, en sólo dos meses, asesinó más de 700.
En la última semana de julio de 2014, el ejército israelí mató más niños y niñas que la dictadura de Augusto Pinochet en 17 años. Sí, leyó bien: en apenas una semana.
En Guatemala, durante 36 años de dictaduras, guerra civil e intervencionismo militar norteamericano, más de 200.000 personas fueron asesinadas, gran parte de ellas indígenas mayas. 5.000 eran niños y niñas. Uno de los regímenes dictatoriales más sangrientos de la historia latinoamericana, como el que vivió Guatemala por casi cuatro décadas, asesinó 138 niños y niñas por año. Entre enero del 2000 y julio del 2014, el ejército Israelí asesinó más de 1.600 niños y niñas palestinos. Fueron cerca de 120 niños y niñas por año.
Diversas organizaciones de derechos humanos sostienen que, en el conflicto armado colombiano, desde los años 70, ya han muerto más de 3.000 niños y niñas por la acción militar de las fuerzas insurgentes, los paramilitares y el ejército nacional. Los niños y niñas palestinos muertos en los últimos 30 días superan el número de niños y niñas colombianos asesinados en los últimos 10 años, durante una de las guerras más violentas y duraderas que ha existido en Latinoamérica.
Unicef ha declarado que Gaza no es un sitio seguro para los niños. Todos los niños y niñas que viven en Gaza corren riesgo de muerte. Las consecuencias psicológicas y afectivas de esta última operación militar no pueden aún mesurarse con precisión. Se calcula que más de 250.000 niñas y niños palestinos sufrirán toda su vida gravísimos disturbios postraumáticos.
Un 45% de los casi dos millones de palestinos que viven en Gaza tienen menos de 14 años. Si España tuviera esta misma proporción de población infantil y viviera bajo el asedio militar del Estado de Israel, durante los últimos 27 días habrían sido asesinados más de 12.000 niños y niñas. En Inglaterra, más de 14.000. En Francia, más de 17.000. En Alemania, más de 21.000. En Estados Unidos, más de 85.000. Y, en China, más de 362.000.
Palestina vive un genocidio, ante la indiferencia y la complicidad de las naciones más poderosas del planeta. Ya no quedan palabras para describir el horror. Ya no quedan palabras.
Desde Rio de Janeiro
(*) Cuarta de cinco notas sobre la infancia palestina.
Comentarios
enmudecer ante la brutalidad... y en Buenos Aires, la DAIA convocó una manifestación en apoyo a Israel... nefasto. Tiene que ser incesante el repudio ante este genocidio
El caso es que cuando uno oye hablar a un rabino se queda admirado de sus enfoques porque en nada difieren de los de cualquier auténtico cristiano. Es lógico entonces preguntarse como es posible que no hayan podido educar en el Amor al prójimo a los dirigentes políticos de Israel?
no es posible compararlo con el Holocausto, es una trivialización delictiva, la mentira es asesina.....
Yo creo que sí es posible comparar el genocidio que sufren los palestinos en Gaza con el holocausto que sufrieron los judíos en los campos de concentración de Alemania y Polonia. Israel tiene el apoyo de los Estados Unidos, un país con más lobbies judíos que agujeros tiene un queso de Gruyère. Los perpetradores del Holocausto estaban apoyados por el régimen de Hitler o, mejor dicho, eran el régimen de Hitler. Por algún oscuro motivo, Hitler en su día y los dirigentes israelíes de hoy creían o creen que tienen la razón de su parte, en un caso, y Dios de su parte, en el otro. No veo solución posible al conflicto. Israel es demasiado orgullosa, demasiado arrogante, para sentarse a negociar y aceptar la existencia de un estado palestino. Estados Unidos es demasiado pusilánime para meter en cintura a Israel, entre otras cosas porque los judíos los tienen cogidos de los huevos. Hezbolá y Hamás no ayudan, desde luego, pero yo entiendo su rabia. Igual que entiendo la rabia de los judíos tras la Segunda Guerra Mundial. Pero han pasado casi 70 años desde que terminó aquella guerra y los palestinos siguen pagando el pato del holocausto. Es un precio demasiado alto por el mero hecho de que Occidente, el mundo civilizado, tuviese mala conciencia y quisiese reparar el daño sufrido por el pueblo judío.
Saludos a Mangstadt Su exposición es clara y precisa. Desgraciadamente, la historia humana está llena de holocaustos, y también presenta el doble rasero de la hipocresía política... te meten una patada y también una puñalada y a disfrutar aquellos que controlan el poder.
Sin duda el término "genocidio" y la comparación histórica con el "holocausto nazi" no aplican en este caso. Pero no hay que clavarse en la retórica. La situación en Gaza es dramática. Y es preciso denunciar un régimen que entró hace tiempo en una suerte de guerra de conquista en la que mueren demasiados civiles presos en su proprio territorio.
Un genocidio es un acción premeditada de exterminio de un grupo concreto seres humanos. La realidad en Gaza es otra. Hamás se ha parapetado cobardemente tras los niños palestinos para convertirlos en carne de cañón periodística con la complicidad de quienes no tienen la perspicacia -o la decencia- suficiente para quitar a los terroristas islámicos esa arma de su arsenal. Más que con miles de cohetes y decenas de túneles, los yihadistas cuentan con la aquiescencia de la prensa más proclive al antiamericanismo visceral, seducida aún por los rancios manuales de la revolución etnizante y violenta (“victoria o muerte, venceremos”; en definitiva, la misma redundancia marxistoide de siempre, la misma irracionalidad servil generadora de miseria y tiranía) de la segunda mitad del siglo pasado. Israel se retiró de Gaza en 2005 por decisión del gobierno israelí. Y no sólo eso sino que fueron desmantelados 21 asentamientos y desalojados 9.000 ciudadanos (1.800 familias) israelíes de la zona, en algunos casos, empleando la fuerza legítima de un estado democrático que ha de hacer cumplir sus leyes. Si Israel hubiera querido o quisiera ahora echar a los palestinos de la franja, ni entonces se hubiera retirado forzando a la población judía a marcharse ni ahora hubiera abandonado el territorio conquistado después de haber conseguido sus objetivos; unos objetivos que no son otros que los propios de un estado que desea dar seguridad a sus ciudadanos y protegerlos del terrorismo hoy imperante en la franja. Hamás no habrá aprendido la lección porque le resulta indiferente la vida de sus compatriotas palestinos, obcecados estos –como en tantos otros lugares ocurre- por la demagogia del discurso rencoroso y convertidos sin el menos escrúpulo en carne de cañón propagandístico para las portadas de los periódicos. Difícilmente puede esperase así que la resolución momentánea del conflicto no sea otra cosa que una simple poda de la mala hierba terrorista (en espera de mejores tiempos para el reportero con kufiya de diseño) y que no ha mucho, al igual que hasta ahora ha sucedido, los dineros de la reconstrucción –que llegarán, sin duda- sirvan más a la fortuna personal de los dirigentes islamistas y a la reconstitución del arsenal y la infraestructura del terror que para fomentar el progreso pacífico de la población palestina. Claro que, para los palestinos, aun será una suerte que les caigan las migajas de la ayuda internacional que sobren del banquete de la corrupción islamista mirando cuál va a ser el aciago destino –no muy distinto del que ya está padeciendo Sirios e Irakíes- de los musulmanes en el resto del Próximo y Medio Oriente, masacrados (por el mismo odio étnico que Hamás explota) en cantiadades que hacen palidecer las cifras de cuantos enfrentamientos ha tenido Israel con sus vecinos. Por otra parte, hay que ser ignorante con contumacia y dedicación, hay que practicar con gusto el deporte de la melancolía fetal mirándose al ombligo para hacer una comparación siquiera remota entre la Alemania de Hitler e Israel. Si hay alguien que pueda tomarse en serio una equiparación del Holocausto con los esfuerzos de israel para defender a sus ciudadanos de la vesania terrorista es porque no sabe lo que es la democracia, carece de la menor perspectiva histórica y apenas es capaz de ver el mundo en que vive fuera de las anteojeras de su periclitada ideología.
Hola, amigos. Va para el superenterado, nada melancólico u auténtico sabedor de lo que es la democracia, señor WITNESS."Aunque gane todas las guerras, Israel es cada vez más débil, porque ha perdido toda aquella credencial de país heroico y democrático, que convirtió los desiertos en vergeles y fue capaz de asimilar en un sistema libre y multicultural a gentes venidas de todas las regiones, lenguas y costumbres, y asumido cada vez más la imagen de un Estado dominador y prepotente, colonialista, insensible a las exhortaciones y llamados de las organizaciones internacionales y confiado solo en el apoyo automático de los Estados Unidos y en su propia potencia militar. La sociedad israelí no puede imaginar, en su ensimismamiento político, el terrible efecto que han tenido en el mundo entero las imágenes de los bombardeos contra la población civil de Gaza, la de los niños despedazados y la de las ciudades convertidas en escombros y cómo todo ello va convirtiéndolo de país víctima en país victimario(...)Para Occidente lo ocurrido con el Holocausto judío en el siglo XX fue una mancha de horror y de vergüenza. Que no le sea en el siglo XXI la agonía del pueblo palestino". (MARIO VARGAS LLOSA, "Entre los escombros", EL País, 10 agosto de 2014).
Don Francisco:Los intelectuales también se equivocan...sobre todo cuando tienen que vender libros y hacer marketing frente a una opinión pública deformada. La guerra que lucha Israel no es contra los musulmanes o siquiera contra los palestinos sino contra quienes quieren acabar indiscriminadamente con los ciudadanos y las instituciones inclusivas del Estado sionista. Vargas se equivoca (sí, ¡Vargas se equivoca!) en la medida en que no es capaz de distinguir entre apariencia y fondo, entre foco y realidad, entre imagen y conciencia. ¿Cuál cree ud. que es el país de la zona en que los musulmanes tienen mayor esperanza de vida? En efecto, Israel. Cuando Israel, un estado democrático y moderno, sin parangón no ya en Oriente Próximo sino incluso en otras partes del globo, incluida la misma región originaria del Sr. Vargas, se plantea arrostrar la miope condena de intelectuales, prensa y organizaciones de izquierda radical o de derecha despistada, no lo hace por el deseo de acabar con el pueblo palestino o satisfacer un odio ancestral contra los gentiles, sino por el principio fundamental de cualquier estado que se debe a su demos: la supervivencia de su libertad. Cuantos viven en Israel son libres e iguales ciudadanos de una democracia moderna y progresista; cuantos viven en Gaza, son súbditos y rehenes de una organización terrorirsta. Ojalá ocurriera que, en una confrontación así, sólo murieran los beligerantes pero, aparte de que tal cosa nunca es posible - basta retrotaerse a lo sucedido hace ahora setenta años para ponerlo de manifiesto- , precisamente en este caso, la estrategia fundamental de los terroristas se basa en la explotación del sentimiento de piedad, en la exacerbación del horror del que es responsable Hamás y que trata de diferir hacia otro; su arma más eficaz está en artículos como el del Sr. Vargas y en actitudes como la suya, don Francisco. Probablemente, si la posición de Israel no estuviera tan bien fundada y sus iniciativas no fueran, ciertamente, una defensa de la Humanidad y el Progreso (así, con mayúsculas) cabría decir que su posición es débil y que los esfuerzos por sobrevivir en esta prolongada pugna contra todos cuantos le rodean –y contra todos los antisemitas que en el mundo son- están abocados al fracaso. Pero no; si hay algo que cabe afirmar de lo que esta contienda genera en y para Israel es exactamente lo contrario: acrecienta la fortaleza de un pueblo que tiene la osadía de luchar por los principios y no por las apariencias, por lo mejor que ha dado Occidente en términos políticos y no por la pusilanimidad de un apaciguamiento cuyos frutos bien conoce el Pueblo de la Shoa. Sí, ¡Vargas se equivoca!.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.