24 horas en Bergen, la bella
Pocos viajeros que visitanNoruega por primera vez se resisten a no incluir en su lista de prioridades a Bergen, la bella. Las guías de viaje y los folletos turísticos la definen como la ciudad más bonita de Noruega y la verdad es que –dejando a un lado las hipérboles a las que solemos ser muy dados los cronistas de viajes- la frase no está exenta de veracidad.
Acabo de estar en la ciudad aprovechando los vuelos directos que la low cost Norwegian tiene desde Alicante y puedo asegurar que sí, que Bergen es una postal idílica. Aunque más que Bergen en general, habría que decir Bryggen -el viejo puerto de la ciudad medieval- que es la estampa por la que se ha hecho famosa Bergen y la razón principal por la que llegan hasta esta región de los fiordos miles y miles de turistas.
Porque Bergen es una de esas típicas ciudades de tamaño medio (la segunda en población de Noruega, 258.000 habitantes) donde a los visitantes les sobra el 90% de su superficie urbana. En Bergen el turismo se ciñe a un cuadrilátero que tiene por centro el famoso Bryggen y que limita en el extremo norte con el Acuario, al oeste con la Johannes Kirke, al sur con el lago Lille Lungegårdsvann y por el extremo que queda con el monte Fløyen, la más famosa de las siete colinas que rodean la ciudad. Y nada más, de ahí no los sacan.
Por tanto, Bergen, o lo que los turistas vienen buscando de Bergen, se explora bien en un día. El epicentro de todas las rutas urbanas es su famoso puerto, con esa maravillosa y colorida línea defachadas de casas de madera de origen medieval, mil veces repetida en todo tipo de imágenes publicitarias, y que no por eso deja de impresionar la primera vez que se ve.
Bergen es el puerto más bonito de Noruega, eso sin duda. Y uno de los más bulliciosos. Las celebérrimas viviendas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, fueron en sus orígenes almacenes portuarios levantados en los siglos XII y XIII por comerciantes de origen alemán que hicieron fortunas con el bacalao. Bergen fue una de las principales estaciones comerciales de la Liga Hanseática, una federación de ciudades portuarias que prosperó durante 400 años gracias al monopolio del comercio en el Mar del Norte.
Las casas-almacén del Bryggen ardieron varias veces a lo largo de su historia y fueron reconstruidas otras tantas veces con la misma apariencia original. Por eso esta parte de la ciudad es una copia de lo que fue, tan fiel que no cuesta mucho imaginar cómo sería la actividad portuaria en aquellos lejanos días de la Liga Hanseática. Solo que ahora en vez de operarios cargando cajas de arenques, de bacalao o de cualquier otra mercancía, lo que llena los muelles del Bryggen son bares y restaurantes de todo tipo donde los noruegos -y mayoritariamente los turistas- se sientan en bancos corridos a degustar cerveza en jarras de medio litro al nada despreciable precio de 10 euros la tirada.
Merece la pena y mucho meterse por los estrechos callejonesque forman las fachadas de esas casas de madera para apreciar desde dentro la urdimbre con la que están hechas y el soberbio trabajo que hicieron los artesanos medievales y de siglos posteriores. Algunas están ya tan vencidas por el tiempo que ha sido preciso un plan de choque para apuntalarlas y asegurarlas.
El fondo del Bryggen sigue ocupándolo el mercado del Pescado, antigua lonja al aire libre donde hoy varias docenas de quioscos ambulantes siguen ofreciendo salmón ahumado y marinado, filetes de ballena (pese a la controversía y el rechazo que suscita su caza, en Noruega se considera un alimento tradicional y se sigue ofreciendo en restaurantes y pescaderías), anguila, arenques, gambas o bacalao, ya sea para llevar a o para degustar en sus propias mesas.
Cenar al atardecer en alguno de estos restaurantes, viendo el trasiego de barcos y de curiosos que jalea el puerto es una de las mayores delicias que un visitante puede hacer en Bergen. No afirmaría que son los mejores restaurantes de la ciudad, pero sí los que tienen mejor ambiente y vistas al puerto.
Si el día está soleado (Bergen tiene fama de ser una de las ciudades más lluviosas de Noruega, con una media de 300 días nublados) merece la pena subir en el Fløibanen, el funicular que parte justo a un lado del mercado del Pescado hasta la colina de Fløyen, donde un mirador descubierto ofrece unas vistas majestuosas de la ciudad, del Bryggen, de las instalaciones portuarias más modernas y del laberíntico entramado de fiordos e islas que protegen la rada y que hicieron de Bergen uno de los puertos más seguros de la costa noruega sin necesidad de gastar una corona en ladrillos con los que levantar diques y rompeolas.
DATOS PRÁCTICOS
Cómo llegar
Norwegian vuela directo a Bergen desde varias ciudades españolas.
Para dormir
El Scandic Bergen City es un hotel turístico de tipo medio y muy céntrico. Precios desde 106 euros la doble.
Excursiones por los fiordos
Bergen es la puerta de entrada a la región de los firodos y lo típico es -tras visitar la ciudad- hacer un tour de uno o varios días por alguno de ellos. Los más bonitos y cercanos son el Sognefjorden, el Osterfjorden y el Hardangerfjorden. Hay muchas empresas que organizan visitas: Rodne Fjord Cruises, Bergen Fjordtours, FjordKysten.
Otras visitas y actividades
Bergen tiene infinidad de museos, desde el de Bryggen Museum sobre la ciudad medieval, al Maritime Museum y el Contemporany Art Centre hasta otros tan peculiares como el del Tricotaje o la Lepra. El acceso a todos ellos es gratuito con la Bergen Card, una tarjeta de descuentos y transporte que venden en la oficina de Turismo. La ciudad está rodeada de agua, islas y bosques y se pueden hacer muchas muchas excursiones a pie, en bici o en barco por los alrederores.
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