Amenazas bélicas
Irak o Ucrania pueden dañar la recuperación mundial, pero el problema de fondo es Europa
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha expuesto de nuevo sus fundados temores sobre la recuperación económica mundial. En síntesis, el informe presentado en Ciudad de México insiste en una idea muy repetida por la institución: la recuperación global es débil y hay que prestar atención a los factores que pueden dañarla. Como síntesis de esta debilidad, baja en tres décimas, del 3,7% al 3,4%, su previsión de aumento del PIB en 2014. Pero en esta ocasión, el equipo de economistas del Fondo apunta a otro factor que puede desestabilizar el crecimiento mundial: la proliferación de conflictos bélicos o parabélicos que asolan regiones sensibles para los mercados globalizados. Irak y Ucrania son zonas estratégicas muy delicadas para los mercados energéticos mundiales.
Efectivamente, la inestabilidad en Irak conduce directamente al riesgo de una subida brusca del precio del crudo, con consecuencias muy peligrosas para la producción; y la hostilidad entre Rusia y Ucrania es una amenaza permanente para el suministro de gas a Europa. Estos riesgos se dan casi por descontados, aunque los analistas confían en que el conflicto bélico no llegará al sur de Irak (donde se encuentra el grueso de la producción petrolera) y en que el Gobierno de Putin no prescindirá de una de sus contadas fuentes de riqueza decidiendo restricciones disparatadas de gas a los países europeos.
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Las tensiones geopolíticas son una preocupación coyuntural, pero el economista jefe del Fondo, Olivier Blanchard, sabe que el problema de fondo es estructural y no acaba de diagnosticarse con claridad. La debilidad del crecimiento mundial no hay que buscarla en los BRICS, sino en el mortecino crecimiento económico de la zona euro (a pesar de la constancia alemana y la rápida reactivación española), sin expectativas inmediatas de repunte, y en una salida estadounidense de la crisis que no cristaliza en una recuperación franca.
El problema es arduo, porque las inundaciones de liquidez dan poco más de sí, en la eurozona ya no puede hablarse propiamente de falta de dinero y el fortalecimiento de la recuperación debería confiarse a medidas fiscales que, precisamente, están restringidas por una política orientada desde Berlín. Europa sigue siendo un problema para el crecimiento mundial precisamente debido al efecto de los ajustes impuestos por una política económica poco flexible; quizá no el más grave, pero sí uno de los más difíciles de resolver.
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