_
_
_
_
El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La sexta extinción

La acción humana se ha convertido en una fuerza tan destructiva como las que provocaron las cinco grandes extinciones de especies

Soledad Calés

La actividad humana no es la primera que ha causado una extinción masiva de los animales del planeta, pero ya se ha puesto a la altura de sus cinco grandes precedentes, ocurridas en los últimos 500 millones de años por gigantescos meteoritos, devastadoras cadenas volcánicas o las mismas fuerzas tectónicas que mueven los continentes. Ya hemos alcanzado esa capacidad destructora.

Solo desde el año 1500, en pleno Renacimiento, la actividad humana ha causado la desaparición de 322 especies de vertebrados terrestres, y el resto ha sufrido una reducción media del 25%, lo que supone un daño aún mayor para los ecosistemas que las extinciones, al menos a corto plazo. Y eso en lo que respecta a los animales más próximos a nosotros, porque los invertebrados lo llevan aún peor. Los científicos llaman defaunación a este fenómeno, un término nacido a semejanza de deforestación que ha prendido entre el público.

La defaunación, que abarca tanto la reducción de las poblaciones locales como la extinción de especies enteras, no solo es uno de los signos visibles del efecto global de la civilización humana, sino que constituye en sí misma un motor de ulteriores cambios ambientales. No ya la extinción, sino el mero declive de ciertas especies, altera la estructura de los ecosistemas y tiene efectos en cascada sobre procesos muy fundamentales de los que, en último término, depende el bienestar humano.

No es que a cierta gente hipersensible le produzca pena la desaparición de un animal simpático; es que nos jugamos todos la vida tal y como la conocemos. Un ejemplo notable es el declive de las poblaciones de peces como consecuencia de la sobreexplotación pesquera, que no solo tiene consecuencias dentro del mar: los pescadores tienen que viajar más lejos, soportar condiciones más duras y faenar más horas para mantener sus ingresos; y está documentado que en Tailandia se venden hombres a los barcos pesqueros, donde faenan sin recibir remuneración alguna. En África, la escasez de animales está conduciendo a una creciente explotación del trabajo infantil.

Vivimos en plena sexta extinción masiva de la historia de la vida animal en la Tierra. Es la primera causada por un ser inteligente. Ojalá lo fuera más.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_