Comedores escolares: el negocio de dar de comer a los niños
Por Laura Alcubilla
Los malos hábitos alimentarios y sus consecuencias han llenado noticias en los medios de comunicación, pero siempre con el mismo enfoque “malos hábitos en los hogares españoles”. En realidad, el 40 % de los niños realizan la comida más importante del día en los colegios. Entonces ¿por qué no se cuestiona lo que nuestros hijos comen allí?
Eficiencia es el concepto facilitador de cualquier normativa que se necesite para modificar la gestión pública y esta vez los afectados son los comedores escolares. El gobierno quiere transmitir la idea que centralizando el contrato de todos los comedores en grandes empresas de catering se ganará en eficiencia y se escuda en que viene impuesto por Europa.
Visto lo sucedido en otros sectores como el sanitario, que hicieron lo mismo con la misma justificación y con sonoros fracasos ¿no deberíamos exigir, como ciudadanos, tener opción de debatirlo? No nos olvidemos que la centralización en grandes multinacionales no es garantía de reducción de costes y penalizaría a las empresas locales con producto de proximidad. Perjudica a muchos y beneficia a unos pocos. ¿Y la calidad quién la garantiza?
Durante todos estos años se ha intentado luchar para cambiar modelos alimentarios impuestos. Se debe destacar el gran papel pedagógico que las Cooperativas de consumo y los activistas han realizado para concienciarnos de la gran importancia de lo que comemos, reivindicar el rol de los campesinos y de descubrirnos nuestro poder como consumidores críticos.
También los cocineros nos recuerdan constantemente lo esencial de una buena materia prima, de la necesidad de tener una dieta variada y con grandes contenidos en comida fresca, evitando los precocinados. Lola Puig del restaurante El Fort es un buen ejemplo de lucha por conseguir cambios en el contenido de nuestras mesas, haciendo pedagogía sobre la necesidad de los productos ecológicos, de temporada y de proximidad (Km. 0), e intentándolo transmitir en las escuelas.
En 2010 se realizó el Manual para la introducción de los alimentos ecológicos y de proximidad en las escuelas dentro del plan de acción para fomentar la alimentación ecológica. Dicho manual fue consecuencia del gran interés social que esta temática suscita y hace hincapié en la obligación que los adultos tenemos en ofrecer la mejor alimentación a nuestros hijos. También explica que el servicio de comedor en las escuelas nos ofrece el espacio educativo ideal para transmitir los valores de una alimentación sana, de proximidad. Nos recuerda algo obvio “Abrir los comedores escolares a la alimentación ecológica – de proximidad tendría unos efectos positivos en el desarrollo del sector agrario local. Conseguir el acercamiento de los consumidores a los productores que garanticen la seguridad y soberanía alimentaria (el derecho y la capacidad de poder escoger que queremos producir y consumir respetando nuestra cultura y biodiversidad)”.
Muchos estaréis pensando que lo ecológico está muy bien para quien pueda permitírselo. Sin embargo, el estudio demuestra que puede ser más barato el consumo de proximidad si lo avala una buena gestión, se pueden conseguir menús equilibrados y económicos ajustando el coste de la materia prima.
Aunque nos pueda parecer de sentido común, este manual no ha tenido demasiada difusión aunque ha servido de apoyo y guía para que algunos padres planteen cambios en sus colegios.
La implicación de los padres es vital para garantizar algún cambio y son muchos los que por desgracia lo delegan a los colegios.
La buena alimentación de nuestros hijos garantiza su futuro y debe estar por encima de intereses mercantiles. Y es prioritaria independientemente del partido que gobierne en ese momento.
Fotografía: "Every child needs a good school lunch", 1941-1945 US National Archives, vía Flick / The Commons
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