Estampados botánicos en la jungla independiente
La pasarela 'indie' MFSHOW Men inaugura edición con una inesperada apuesta de Emidio Tucci por animar el traje masculino
Piense en un traje de caballero con motivos botánicos estampados sobre un tejido ligero y de tonos claros. Visualícelo en su hábitat más obvio: una tienda, una pasarela italiana o una tienda online dirigida a los enterados. Ahora cambie el escenario y trasládelo a sus grandes almacenes de confianza. ¿Le parece poco probable? Piero Rosin, director de Diseño de Emidio Tucci, está convencido de que es más que factible. La colección que presentó ayer en Madrid comenzaba con el modelo Oriol Elcacho enfundado en un traje de inspiración tropical que, lejos de ser una rareza en la colección, ha reaparecido en distintos cortes y tejidos a lo largo del desfile.
Desde luego, un desfile parece una buena oportunidad para dar un giro a la imagen corporativa de una marca. Por eso, el de Emidio Tucci ha sido una buena declaración de intenciones para la primera jornada de MFSHOW Men, la pasarela independiente madrileña nacida en 2011 con el objetivo de ampliar los horizontes del calendario estilístico de la capital en dos direcciones. La primera es, como apuntábamos, introducir marcas alejadas de la tradicional categoría de firmas de diseño. La segunda consiste en alejarse del elemento más citado de IFEMA: su frialdad industrial (y su moqueta).
Este año, el espacio elegido para los desfiles del martes y el miércoles es la flamante sede del Colegio de Arquitectos de Madrid, en la calle Hortaleza. Allí desfilarán marcas como Tenkey o Altona Dock, firmas de diseñadores como el sastre Lander Urquijo y también proyectos dedicados a productos tan específicos como la camisería y las corbatas (Mirto y Soloio) o la ropa interior (Jockey). El objetivo parece claro: dar visibilidad sobre la pasarela a nombres y colecciones que ya tienen un hueco asegurado en las tiendas. Y no al revés.
La presentación de Emidio Tucci ha tenido lugar, a modo de prólogo, un día antes que el resto de desfiles. El espacio también era diferente: el vestíbulo central de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, que comparte edificio con el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Sobre una pasarela cubierta con césped, los modelos han mostrado descalzos una colección basada en los códigos de sastrería accesible de la marca.
Los estampados han sido la mayor sorpresa, pero el protagonismo ha sido para la incorporación de colores de inspiración colonial, veraniega y, si nos lo permiten, algo ibicenca. Azules, verdes pálidos, grises e incluso alguna concesión al tan vilipendiado tono salmón (¿resucitará del olvido al que le condenaron los noventa?) dan color a una visión del verano (del próximo) muy relajada y muy diurna que no pierde el respeto a los patrones. Así, lo que a primera vista parecen asimetrías resultan ser solapas desdobladas o fulares estratégicamente desordenados. Por debajo, la prenda sigue ofreciendo la solidez de una marca que viste cada día a miles de hombres, y que quiere seguir haciéndolo.
Del mismo modo, bajo la vegetación selvática que exhibía la pasarela se reconocían sin dificultad los perfiles de la inmensa máquina que preside el patio de la Escuela de Ingenieros, y que es una réplica de la máquina de vapor con la que James Watt encendió el motor de la Revolución Industrial. Como si alguien quisiera apuntar que la exuberancia es necesaria, pero que la base sigue siendo la ingeniería –estructural, constructiva, financiera– sin la que los adornos se vendrían abajo. ¿No les parece una buena metáfora de los desafíos de la moda masculina?
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