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Apología del 'charity'

Un torneo benéfico de críquet es el mejor decorado posible para presentar una colección. Pregúntenle a Dockers si no

Carlos Primo

Los británicos son los únicos que saben entregarse a sus tradiciones más añejas sin que el orgullo nacional se interponga en la noble misión de pasarlo bien (pruebe a hacer una broma sobre toros a un aficionado; no saldrá bien). Esto, y su capacidad para compartir el orgullo hasta con firmas de moda de sus excolonias, es el secreto de que estas tradiciones tan antiguas tengan siempre cara de juventud. El pasado 29 de junio, el palacio de Kensington acogió un charity que habría hecho las delicias de Somerset Maugham. Con el objetivo de recaudar fondos para los veteranos de guerra, el torneo Dockers Flannels for Heroes agrupaba cuatro de los símbolos más característicos la Commonwealth: la corona, el ejército, el críquet y el kaki (el color que, en inglés, también da nombre al material del que están hechos los pantalones chinos).

El apoyo a los militares retirados ha sido uno de los ejes de la agenda de la Familia Real Británica desde que el príncipe Harry de Gales, a su regreso de Afganistán, conoció de primera mano las secuelas de los conflictos bélicos. El año pasado, el royal se unió a un grupo de veteranos en una caminata por el Polo Sur organizada por Walking with the Wounded, una de las organizaciones detrás de este evento. La otra entidad es Combat Stress, que lleva casi un siglo ayudando a los veteranos del ejército a superar el estrés postraumático. ¿Cómo encaja en todo esto una marca como Dockers, un puntal del made in USA? Gracias al kaki. Dicen que este color apareció por primera vez en la indumentaria cuando los soldados británicos, cansados de que la impoluta blancura de sus uniformes los hiciera claramente visibles en medio del desierto, probaron a teñir sus prendas con la más inglesa de las bebidas: el té. El resultado fue una tonalidad parda que les permitía fundirse con el paisaje y que pronto se convirtió en el cromatismo dominante entre soldados y funcionarios al servicio de Su Majestad.

El centro de la programación era un partido de críquet, claro (celebrado en una reproducción del mítico Cricket Club Hollywood, construido en los años 30 por el actor británico Aubrey Smith en un intento de replicar en la meca del cine americano el ambiente elegante de la aristocracia londinense), pero lo que resumió el espíritu de la tarde fue el barniz de moda. Dockers presentó una muestra de su colección otoño/invierno 2014 y, en vez de barras y estrellas, el pantalón clásico de la juventud norteamericana estaba combinado con los iconos de la Gran Bretaña: rebecas, boinas de campo y gabardinas. ¿No es esto la auténtica pax americana?

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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