El camino del diálogo
España y Gibraltar deben hablar de lo que les une y no de los que les separa
Quedan lejos ya los años del cierre de la frontera con Gibraltar que ordenó Franco en 1969. Toda la infancia de los gibraltareños de mi generación se desarrolló en esas circunstancias, en que el pueblo gibraltareño forjó una parte de su carácter. Antes fueron las aún más difíciles de la Segunda Guerra Mundial y la forzada “evacuación” de sus habitantes por medio mundo.
El Presidente González acabó en 1982 con más de trece años de crueldad, en los que los familiares de ambos lados —especialmente de La Línea— no pudieron abrazarse, ni recibir a los nuevos bebés de cada familia, ni despedirse de los seres queridos en las puertas de la muerte.
Hemos conocido crisis en 1997-2003 y las volvemos a tener ahora, con todos los puentes de diálogo rotos en los ámbitos diplomáticos. Nos han parecido prometedoras las palabras de Su Majestad Felipe VI deseando “una España en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento”. Por eso destaqué hace poco en la ONU que Gibraltar tiende al nuevo Rey “una mano de amistad y respeto como vecinos y defensores de la democracia”.
Hemos firmado acuerdos con el anterior Gobierno español. Mi Gobierno los ha cumplido. Consideramos incuestionable el pago, por parte del Reino Unido, de casi 150 millones de libras esterlinas para los pensionistas españoles que trabajaron en Gibraltar antes del cierre de la frontera, aunque España no cumple su parte de estos acuerdos. Gastamos 84 millones de libras en construir una nueva terminal aeroportuaria para que España tuviera entrada directa desde su lado de la frontera; sin embargo no se ha puesto un solo ladrillo en el lado español e intentan excluir a Gibraltar del espacio aéreo europeo, contra lo acordado en Córdoba. El Gobierno español ha hecho tabla rasa con lo firmado mientras Reino Unido y Gibraltar cumplimos a rajatabla.
Nos hallamos ante una ausencia absoluta de diálogo, con colas arbitrarias y exasperantes para peatones y vehículos que, según la UE, tienen una “intensidad no justificada”, con repercusión negativa en toda la zona, y con acusaciones sobre rellenos inexistentes, que son simples espigones para protección de las playas, o con ataques contra la ejecución de un arrecife artificial para la regeneración de las especies, cuando los 130 que existen en la costa española no han concitado ni la menor crítica. Sólo en nuestro caso se entiende como una agresión a la pesca aunque se localiza en una zona no reconocida como caladero por la propia Junta de Andalucía. Sufrimos la mala fe de la propaganda de las autoridades españolas al atribuir el consumo de tabaco de Gibraltar a sus 30.000 habitantes y soslayar a los más de 12 millones de visitantes que tenemos anualmente.
Se quiere ocultar que el Comisario Barnier ha certificado que Gibraltar cumple con la normativa europea en la regulación de su centro financiero, o que tenemos 135 acuerdos de intercambio de información y transparencia con 80 países. De ellos, 102 acuerdos están ya en vigor en 62 países, entre ellos Estados Unidos, Francia y Alemania. De hecho, el Gobierno que presido se dirigió al ministro Montoro ofreciendo cooperación y, aún sin respuesta, hemos tramitado decenas de solicitudes, atendidas por nuestras autoridades fiscales y hemos adelantado a España, como parte del “Grupo de 5” la tramitación de información fiscal.
Mientras tanto, aguardan sin abordarse la cooperación en materia medioambiental, servicios financieros, fiscalidad, cooperación judicial, aduanera, policial, seguridad marítimas etc... Asuntos paralizados y que debían “crear una atmósfera constructiva de cooperación y confianza mutua y equilibrada”, según el Foro Trilateral. Acogemos a casi 10.000 trabajadores españoles que diariamente entran en Gibraltar a desempeñar su labor como parte de nuestra economía. Este año son un 18.1% más los españoles que han encontrado trabajo aquí.
Gibraltar está dispuesto a aceptar —a propuesta de Reino Unido—, como fórmula transitoria de compromiso, conversaciones ad hoc entre las autoridades relevantes en cada caso porque la realidad la domina la multiplicación de incidentes, como consecuencia de la incomunicación, forzada por un Gobierno español que dejó plantados a Reino Unido y a Gibraltar en la mesa del Foro Trilateral al que seguimos fuertemente comprometidos las partes inglesa y gibraltareña.
El Acta Final de Helsinki acordó la inviolabilidad de las fronteras establecidas en Europa y el arreglo de las controversias por medios pacíficos. Resulta absurdo cualquier camino que no sea el del dialogo. Puede parecer imposible alcanzar hoy los retos de unas relaciones amistosas, pero Kennedy, Palme, Gorbachov, Thatcher o Mandela fueron grandes porque exoneraron al mundo de unos muros del pasado que parecían imposibles de superar. Esos ejemplos nos dan a los más jóvenes en este debate el estímulo para lograr un futuro moderno y beneficioso para las personas a las que los políticos servimos a ambos lados de una frontera, hoy más divisoria que nunca.
Es hora de hablar de lo que nos une y no insistir en lo que nos divide; de cómo podemos crear más empleo conjuntamente y de mejorar las vidas de nuestros ciudadanos. La historia no perdonará al que se resista a esta actitud moderna y progresista.
Fabian Picardo es ministro Principal de Gibraltar.
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