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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un caso de malos tratos

El esclarecimiento de un episodio de torturas en Irak es positivo para las Fuerzas Armadas

La investigación abierta por el Ejército de Tierra tras la difusión de un vídeo en el que soldados españoles maltrataban a prisioneros en la base de las tropas españolas en Diwaniya, Irak, ha dado sus primeros frutos: un legionario destinado en el Tercio Alejandro Farnesio de la Legión, con base en Ronda, se encuentra en prisión preventiva acusado de un delito de torturas. El vídeo, difundido por EL PAÍS en marzo de 2013, muestra cómo tres soldados se ensañan a patadas con unos prisioneros, mientras otros dos soldados observan la escena y un compañero la graba.

El Ejército reaccionó con celeridad a la difusión de las imágenes y abrió una investigación sumarísima cuyos resultados fueron trasladados a la jurisdicción militar. El hecho de que los rostros de los soldados hubieran sido pixelados y no se pudieran distinguir tampoco las insignias de la unidad a la que pertenecían ha dificultado las investigaciones, pero la instrucción ha contado con un valioso testimonio que ya había aportado a este diario nuevos detalles del caso.

Como resultado de todo ello, la titular del juzgado togado militar territorial número 12, la capitán Patricia Montcada, ha ordenado prisión preventiva para el citado legionario. Es de esperar que la investigación concluya con rapidez y se identifique al resto de los implicados y pueda determinarse también si el hecho fue tolerado o conocido por algún mando.

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En todo caso, debemos felicitarnos de que el episodio comience a esclarecerse. Se trata de un delito muy grave, tipificado en el artículo 76 del Código Penal Militar, que castiga con penas de entre 10 y 25 años a quienes causen la muerte o lesiones graves, torturas o trato inhumano a prisioneros de guerra. Un hecho condenable como este no puede empañar la excelente imagen de las Fuerzas Armadas durante los últimos decenios. Lo ocurrido merece ser juzgado con toda la severidad que prevé el ordenamiento jurídico, pero en ningún caso debe generalizarse el reproche que estos lamentables hechos merecen. Todo indica que se trata de un incidente muy grave pero aislado, que no debe menoscabar la labor, plagada de riesgos y sacrificios, de los 130.000 soldados que han participado en misiones internacionales.

El completo esclarecimiento de lo ocurrido contribuirá sin duda a afianzar la buena imagen y el aprecio que las Fuerzas Armadas se han ganado entre la ciudadanía.

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