El calvario de las primeras damas
Un libro de reciente aparición relata el sufrimiento de las esposas de los políticos franceses, atrapados en la erótica del poder
¿Sexo, mentiras, infidelidades? Sí. La vida política francesa, y muy especialmente la que gira en torno al Elíseo, se ve frecuentemente salpicada de escándalos “de faldas” que no hacen más que acrecentar la leyenda de sus protagonistas varones. El actual presidente de la República, François Hollande, es uno de ellos, pero un libro de reciente aparición en Francia, Jeux dangereux à l’Elysée (Juegos peligrosos en el Elíseo), no escarba tanto en los excitantes escarceos de los políticos franceses como en el callado sufrimiento de sus esposas. Para la autora del libro, la periodista y escritora Catherine Rambert, el comentario malicioso de la mujer de uno de los ministros del actual gabinete de Hollande y Manuel Valls es el que resume mejor la cuestión: "¿Usted conoce a mi marido? ¿Ve cómo es físicamente? Es feo. Pues bien, yo, que soy la que ha elegido a este hombre, debo calmarle: se cree que es Brad Pitt porque ahora dispone de una corte y está rodeado de mujeres”, ha contado Rambert a la revista Paris Match y a la emisora RTL.
Rambert se expresa con cierta furia cuando relata las entrevistas que ha mantenido con diversas esposas de hombres públicos franceses, que han sufrido la transformación de sus maridos cuando estos entraron en política. “Si una se casa con Mick Jagger ya sabe a lo que se expone. Sabe que ese tipo de hombres están muy solicitados, que se drogan un poco… Es rock and roll. Pero la que se casa con un tipo austero, brillante, que ha estudiado en la ENA [la institución donde se educan los políticos franceses] y que entra en la política se encuentra con el champán, el sexo, las drogas y el rock and roll”…”Ya lo dijo Bernadette Chirac en su libro Conversation: ‘Cuando mi marido se metió en política le perdí’. Todas lo dicen”.
Catherine Rambert, que ha publicado varios libros sobre filosofía, se animó a escribir esta obra tras seguir el caso de Dominique Strauss-Kahn y de la compañera de François Hollande. Strauss-Kahn, conocido en Francia por sus iniciales DSK, fue director del Fondo Monetario Internacional, puesto que tuvo que abandonar por el supuesto acoso sexual que ejerció sobre una limpiadora del hotel de Nueva York donde se alojaba y ahora es investigado por su supuesta participación en una red de prostitución de alto nivel. La compañera del actual presidente de la República, Valérie Trierweiler, entró en profunda depresión en enero de este año y se separó inmediatamente tras enterarse por la prensa de que su pareja, François Hollande, escapaba del Elíseo de vez en cuando en moto para visitar a su amante, la actriz Julie Gayet, dieciocho años más joven que el político.
La lista de mujeres damnificadas por el poder o, más bien, por la erótica del poder que se apodera de sus parejas una vez llegan al Elíseo es bien conocida. Uno de los casos más sonados es el de Danielle Mitterrand, primera dama durante quince años, que tuvo que soportar la vergüenza pública de saber que su marido tenía una hija extramatrimonial, Mazarine, a la que con altura de miras abrazó ante la tumba del político. El otro es ya, probablemente, el de la propia Trierweiler, maltratada por su pareja, pero también por la prensa gala, que siempre la criticó ferozmente. Ellas no parecen beneficiarse demasiado por el acceso de sus maridos a tan altos designios, pero sufren, como explica Rambert, la violencia de la vida política, algo para lo que no están preparadas.
La autora de Juegos peligrosos en el Elíseo se queja de la hipocresía de la sociedad francesa en general y de la política francesa en particular con respecto a la igualdad de hombres y mujeres, un principio que se incluyó en la Constitución en 1999 para un país que entonces registraba una sorprendentemente baja participación femenina en la vida pública. “Francia es un país bastante machista”, dice Rambert, que no ahorra duros calificativos para los hombres analizados a través de sus compañeras: “Sufren la patología de los dictadores. Son infantiles e inmaduros. Todo el mundo cree que la política es muy dura y es cierto, pero es muy gratificante para ellos”…”Hay muchos DSK en potencia y es paradójico que los mismos que deben elaborar leyes sobre la igualdad se comporten tan mal con las mujeres”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.