Noticias de la Antártida
El planeta sigue calentándose, en parte debido a las malas políticas energéticas
Malas noticias para los candidatos envueltos en una campaña europea que oscila entre el nivel bajo y el muy bajo: el planeta sigue calentándose. Y ello es debido, al menos en parte, a unas políticas energéticas que oscilan entre lo malo y lo pésimo. Para sorpresa de los estrategas, los seis años de crisis económica no han hecho desistir a la atmósfera ni a los océanos de sus tendencias geológicas, y cada nuevo dato no hace más que empeorar el cuadro del cambio climático que había pintado el anterior. La última noticia nos llega de la Antártida, donde dos grupos de investigación de primer nivel acaban de confirmar que los glaciares del oeste del continente helado han entrado en un proceso de fusión no solo inevitable, sino también irreversible. Y que nuestros nietos muy bien pudieran llegar a ver un aumento de 1,2 metros en el nivel del mar como consecuencia directa de ello.
Los sectores climaescépticos de todos los colores han dedicado un considerable esfuerzo en los últimos años para desactivar la preocupación social sobre el cambio climático.
Empezaron negando la propia existencia del calentamiento; continuaron destacando algunos errores en los informes científicos, y también una serie de correos electrónicos internos de una universidad británica puntera en el campo en los que supuestamente se conspiraba en favor del calentamiento; al final han adoptado la que se ha revelado como la estrategia más eficaz de todas: callarse.
Pero la política energética debe basarse en la mejor ciencia disponible, y el sector del clima tiene la suerte de saber exactamente dónde encontrarla: en los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), que agrupa a los 3.000 investigadores más avanzados de todo el mundo en el área. Los candidatos deben saber que el cambio es real; que, aunque pueda responder en parte a fenómenos naturales que ya se dieron en eras geológicas pasadas, su otra parte se debe a la actividad humana, y en particular a las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero.
Y que los electores más jóvenes, incluso a pesar de su desmoralizante situación laboral, consideran este asunto de la máxima importancia. Malas noticias, en fin, para unos cuantos.
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