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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Zerolo

Los periódicos nos ocupamos ahora de lo que hace y dice Zerolo, con una atención que antes no obtenía de igual manera

Juan Cruz

Desde hace algunos meses, Pedro Zerolo está enfermo de cáncer y él fue el primero en decirlo. Evitó que en los mentideros, tan propicios a deducir, empezaran las interrogantes sobre sus ausencias. Y dejó dicho que lo suyo no solo era grave, sino crucial, y que se aprestaba a una lucha denodada contra un mal que iba a ser complicado de sobrellevar; pero estaba preparado para la lucha. Dejó a un lado, pues, el rumor y se enfrascó en la lucha.

Ahora, con las consecuencias visibles de esa guerra contra el mal que lo aqueja, ha sido visto en varias ocasiones, y los periódicos nos hemos ocupado de él, y de lo que hace o lo que dice, con una atención que antes me parece que no obtenía de igual manera. Así somos los periodistas, y él lo sabe; en medio de las luchas que ahora le celebramos (con premios muy merecidos, por su defensa de la igualdad), él se quejaba en sus tiempos de que solo hacíamos caso a lo que defendía cuando había incidentes, mayores o menores, en acontecimientos que él mismo puso en marcha para darle visibilidad a su movimiento de apoyo a los gais.

Ahora le costará a cualquier Gobierno reaccionario Dios y ayuda levantarle a la sociedad la solidez de esos cimientos que puso Pedro Zerolo

Fue fundamental, cerca de la Administración de Zapatero, para conseguir una ley trascendental por la que ahora se ha premiado al propio expresidente. Y ahí lo hemos visto otra vez, celebrando con otros compañeros de la misma singladura, recordándole a la sociedad española que, al menos en este ámbito, somos mejores que muchos otros lugares del mundo donde todavía el amor entre hombres o entre mujeres, o el respeto a los que quieren cambiar de sexo, está en el lado oscuro del alma y ha de ser observado como un afecto o un deseo clandestino.

En uno de esos premios que recibió, Zerolo, que es socialista casi desde que nació en Caracas, invocó los valores republicanos por los que su propia familia (el padre, Pedro González, es un gran pintor canario; su tío Antonio González fue uno de los grandes científicos internacionales de nuestro país) sufrió persecución cuando a España le pasó por encima la Guerra Civil. No es, pues, accidental ni fabricado por la ideología ni por la aspiración política el genio que Zerolo le ha aplicado a su defensa de la igualdad y de la libertad.

Ahora que estamos en un periodo incierto del trabajo social en la política como idea de servicio público, merece la pena observar su trayectoria y lo que defiende para que establezcamos el contraste, no solamente mediático, entre lo que se decía de él cuando estaba más solo que la una en la defensa de estos asuntos y lo que ahora es aquello por lo que se batió el cobre.

Ahora le costará a cualquier Gobierno reaccionario Dios y ayuda (sobre todo, Dios y ayuda) levantarle a la sociedad la solidez de esos cimientos que puso Pedro Zerolo. Ni los gais son ya mirados, en la sociedad y también en la Administración, como partes clandestinas de la dinámica social, ni eso va a ocurrir nunca más. Tendría que pasar un cataclismo social, político (y mediático, por cierto) para que el reaccionarismo que él ha combatido interrumpa esos logros y España quede otra vez a merced de las catacumbas.

Porque eso es así, me emociona ahora cada vez que lo veo recoger un premio, recibir el agasajo de los que trabajan con él en España por defender la igualdad que antes parecía que había que ganarse hablando en voz baja en los bares oscuros. Esa luz que se encendió la encendió sobre todo Zerolo, y yo tenía ganas de decirlo.

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