Un puñado de razones por las que nos fascina Arda Turan
"El 'ardaturamismo' es sobre todo estética. La imagen de alguien que sonríe jugando". Repasamos las claves del éxito del jugador turco, que cautiva más allá de sus colores rojiblancos
Parece que vivamos en un mundo bipolar. O eres del Real Madrid o del Barça, de Messi o de Cristiano, del PP o del PSOE, moderno o mainstream… y así casi hasta el infinito. Pero, que no nos engañen, siempre hay más colores, opciones y caminos. Y en la Liga de fútbol, uno de ellos se reivindica con el coraje del guerrero, el Atlético de Madrid, cuyo centrocampista Arda Turan (Estambul, 30 enero de 1987) es una de esas estrellas alejada de los focos mediáticos que recibe alabanzas y reconocimientos dentro y fuera del campo. El Beckham turco, como le apodan en su país, donde es una auténtica celebrity, también conquista en España. Desmenuzamos las razones el día en que su equipo se enfrenta al Barça en el partido de ida de los cuartos de final de la Champions League.
Arroja luz sobre el fenómeno el profesor Juan E. Rodríguez Garrido, que acaba de publicar Arda Turan. El genio de Bayrampasa (Al Poste). Y la primera pregunta es obligada: ¿Qué significa ese -ismo que levanta pasiones y acumula miles de hashtags en Twitter llamado ardaturanismo? “Se puede definir de muchas maneras y ninguna sería acertada. El ardaturanismo es, sobre todo, estética. La idea de que se puede sonreír jugando, de que se puede dar el máximo y ser feliz. De alguna manera son las cosas que molan, las cosas bonitas de la vida, la idea de la generosidad jugando al futbol, de salir andando cuando todos corren, de frenar cuando se aceleran o de acelerar cuando los demás paran”, explica Rodríguez.
“Arda Turan nos fascina porque desprende simpatía. Es un tipo encantador y sonriente. Y cuanto más detalles conocemos de su vida, más nos damos cuenta de que es esencialmente y, sobre todo, bueno”, agrega el autor dándonos el comienzo perfecto para buscar las claves del celebrado ardaturanismo.
Sus orígenes y, por encima de todo, su actitud humilde
“Mi fútbol es como el de una calle de Estambul” decía Arda Turan en una entrevista en la revista Líbero. Y en concreto el de una calle del barrio humilde de Bayrampasa, situado al otro lado del Bósforo y en la parte occidental de la ciudad turca. Algo que ha marcado su carácter y que le imprime una forma de ser muy alejada del postureo y la pose.
“Jamás ha abandonado sus orígenes en ese duelo por la fama del fútbol”, explica Rodríguez, para contarnos después que tiene dos perros que se llaman Bayram y Pasa. Además, añade, “paga la luz y el agua de todo su bloque de viviendas, algo que le molesta que se diga porque no le gusta alardear. Cuanto tuvo dinero lo primero que hizo fue cumplir el sueño de su padre y le puso una gasolinera. Y habla español pero siempre va con Ata, es su amigo, su traductor y su mano derecha. Cuando le preguntas por qué no habla español, simplemente dice que entonces de qué iba a trabajar Ata”.
Su fútbol generoso
“Me gusta marcar goles, pero me encanta más dar asistencias a mis compañeros. Pienso más en asistir que en marcar”, contaba al diario As.
Turan es uno de los futbolistas más famosos de Turquía. Elegido el mejor jugador de su país el año pasado, con 17 años ya se consagraba en el Galatasaray, y no poco polémica y dolorosa fue para la hinchada del equipo de Estambul su marcha, hace ya tres temporadas, al Atlético, donde, previsiblemente, se quedará hasta 2017. Pero futuro aparte, es ese carácter afable y simpático parte de su secreto, más allá de lo estrictamente deportivo. Y su sempiterna sonrisa. “Hasta en una final se puede sonreír”, resumía en una entrevista en El País.
La estrella discreta
Arda Turan y su novia desde 2009, la modelo y actriz turca Sinem Kobal, son realmente famosos Turquía. Su imagen se asocia allí con el glamour, son perseguidos por los fotógrafos y portada permanente de la prensa rosa. “Lo que él buscaba cuando le fichamos era poder disfrutar del fútbol de élite pero al mismo tiempo hacer una vida normal, algo que en Estambul era imposible”, explicaban desde el Atlético de Madrid cuando le ficharon. Esa discreción es la que ha encontrado en España. “La vida es tranquila aquí y la gente ve el fútbol como una fiesta”, afirmaba el jugador tras su último cumpleaños en Goal.
Su estilismo
Si su seña es la estética en el campo, también lo es fuera con esa barba ya tan icónica. El estilo de Turan ha ido madurando desde que llegó a España, pasando de aquella melena que le aniñaba a la imagen de espartano a la que nos ha acostumbrado en los últimos tiempos. El punto de inflexión llegó el año pasado, cuando se rapó la cabeza tras ganar la final de la Copa del Rey contra el Real Madrid en el Bernabéu. “Lo prometí y lo he cumplido”, decía a los periodistas.
Una imagen reclamada
Dentro del campo le quieren y también las marcas le desean. Arda Turan es la imagen de Nike en Turquía y acaba de participar en la última campaña mundial, junto a Iniesta, Götze o Thiago Silva, para promocionar sus nuevas botas Magista que se utilizarán en el Mundial de Brasil. Pero sus colaboraciones con el mundo de la publicidad van mucho más allá. Célebre es el anuncio de la marca de ropa DeFacto que grabó en 2012 junto a Paris Hilton, y ahora parece que compartirá spot con una de las grandes divas de la música, Beyoncé.
Y si en la publicidad le adoran, el cine tampoco se le resiste. El jugador se estrenó el año pasado en el séptimo arte con un cameo de más de dos minutos en la película Hükümet Kadin 2 (La Mujer Gobernadora 2), donde también aparece con un balón en sus pies.
Caprichos con ruedas
Lo de los cochazos y los futbolistas es un tópico pero rara vez falla. Tampoco para Arda Turan, un apasionado de las cuatro ruedas, aunque con matices. No tenía ni 20 años cuando ya conducía un Aston Martin DB9, con el que tuvo un accidente del que salió ileso. “Ya no tengo un Aston Martin. Ahora no pienso en esos caprichos, sino en mi familia y en mi futuro”, decía en EL PAÍS hace un par de años. Que no nos engañe su seductora sonrisa: actuamente conduce un Ferrari 458 y un Range Rover. Casi nada.
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