Puntualizaciones sobre El Algarrobico
En 2004, al iniciar mi etapa como ministra de Medio Ambiente, apenas el 60% del litoral había sido objeto de deslinde conforme a la Ley de Costas de 1988, lo que había permitido que muchas construcciones invadieran un dominio público todavía no delimitado definitivamente.
El hotel Algarrobico había obtenido licencia de obras un par de años antes; según las normas subsidiarias del Ayuntamiento de Carboneras, se alzaba en “suelo urbano”, por lo que solo debería respetar 20 metros de la zona de protección establecida por la Ley de Costas. No se había concluido aún el deslinde y entendí que estábamos a tiempo de evitar que la construcción invadiera los 100 metros de protección que debían aplicarse (como ratificó, con posterioridad, la Audiencia Nacional).
Intenté persuadir al promotor y al Ayuntamiento de que se modificase el proyecto, con un retranqueo factible en ese momento, advirtiéndoles de que, de seguir adelante con el proyecto inicial, cuando el deslinde definitivo estableciera una franja de 100 metros, el hotel incumpliría la Ley de Costas y el ministerio estaría legitimado para actuar. Por tanto es falso que no existiera diálogo entre el ministerio y el Ayuntamiento, como se afirma en el artículo.
Lamentablemente, no se llegó a ningún acuerdo, y la obra siguió adelante sin ninguna modificación. Probablemente, el promotor creyó que el Gobierno no exigiría el cumplimiento de la Ley de Costas.
La única herramienta de la que yo disponía como ministra de Medio Ambiente era la de iniciar el proceso expropiatorio, en aplicación de la Ley de Costas. Y así lo hicimos: antes de terminar aquella legislatura, habíamos alcanzado incluso un preacuerdo con el promotor para llevar a cabo una permuta que permitiría la demolición íntegra del hotel, minimizando el coste para el Gobierno por la correspondiente indemnización. Dicho procedimiento se paralizó, dada la posibilidad de que se declarase nula la licencia de obras (cuestión todavía no resuelta).
Una demolición que, por cierto, puede generar empleo estable, mediante una operación de reciclaje y puesta en valor de los materiales y equipamientos del hotel, así como de los espacios naturales recuperados. Y, por supuesto, también gracias a la recuperación del atractivo turístico de Cabo de Gata, seriamente dañado por la imagen demoledora del Algarrobico.— Cristina Narbona.
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