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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La crisis de Ucrania

Dejar a los ucranios solos es condenarlos a dar tumbos o a la guerra civil, con una absurda confrontación entre naciones “occidentales”.

Pero ya que una parte de Ucrania cedería soberanía a la UE, y la otra a Rusia, ¿por qué no ensayar una troika entre Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia que tutele su devenir político? No es viable medio país contrariando al otro medio; ni es razonable que la OTAN deba dominar al bloque ruso, o viceversa. En Ucrania pueden —deben— coexistir ambas fuerzas coordinadas, protegiéndonos de enemigos menos occidentalizados.

Se ensayaría a partir de aquí una alianza occidental evitando ser integristas de lo “políticamente correcto”. Voluntad, paciencia y mucha mano izquierda, como ha venido haciéndose en la UE, salvarían a Ucrania y nos pondrían en el camino de una Unión Occidental cada vez más imprescindible ante el enorme peso de tantos países alejados de los ideales de libertad y respeto entre individuos que pretendemos mantener y perfeccionar.

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Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia deben empezar a caminar coordinadamente. En Ucrania, desde Ucrania. Y perseverar después. Por Ucrania, por todos.— Jesús M. Fuertes García. Oviedo, Asturias.

El presidente ruso, Vladímir Putin, es un personaje que no me cae nada bien, más bien podría decirse que me cae fatal, pero creo que tiene toda la razón cuando no le concede legitimidad al nuevo poder de Kiev surgido de la violenta insurrección popular del Maidán. Y me parece que las razones que esgrime para no concederle legitimidad a los nuevos ocupantes de la Rada y del Gobierno ucranio son evidentes: el derrocado presidente Yanukóvich fue democráticamente elegido en las urnas, en un proceso electoral que legitimaron, entre otros, los observadores que acudieron en representación de la Unión Europea; y para apartarle del poder, democráticamente, habrían sido necesarias unas nuevas elecciones. Una insurrección popular violenta no me parece un método muy democrático para recuperar el poder perdido en las urnas. El que el depuesto presidente Yanukóvich gobernara sin hacer caso a la oposición ni a la calle, ni el que incumpliera las promesas electorales que le sirvieron para ganar las elecciones, no me parecen razones suficientes para defenestrarle con métodos fuera de la Constitución. Algo muy parecido nos está ocurriendo en este país y no creo que a nadie se le ocurra utilizar los métodos del Maidán con nuestro presidente. Y, desde luego, no contaríamos con el apoyo incondicional de la UE. Ni siquiera puede justificarse con las acusaciones de corrupción, algo con lo que nosotros estamos bastante familiarizados.

Una cosa es que EE UU y la UE apoyaran, por razones economico-estratégicas, el golpe contra el prorruso Yanukóvich, y otra muy distinta legitimarlo desde el punto de vista democrático. Como le están recordando, en estos días, las autoridades comunitarias a Putin “ante todo hay que cumplir con la legalidad”.— Juan Antonio Melero. Madrid.

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