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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Hal Foster, la arquitectura, el arte y el bien público

Anatxu Zabalbeascoa

Enric Jardí

La crítica implica presunción de autoridad, “un anacronismo en un mundo que pasa de ella”. Con todo, el historiador Hal Foster (Seattle, 1955) la elije frente a “la pasividad de la razón cínica”. Así, desde el cuestionamiento que le llevó a fundar la revista October o a escribir libros como El retorno de lo real o Diseño y delito (Akal) indaga ahora en la arquitectura que juega a ser arte y viceversa: en el papel de la arquitectura en la reformulación de las artes.

¿Cuál es la consecuencia de la invasión del espacio de la arquitectura?

Para Foster esta última pierde más al acercarse a “lo artístico” que las artes por tornarse arquitectónicas: “La experiencia que puede ofrecer la arquitectura está lejos de la sociabilidad atrofiada promovida por el espectáculo”. El historiador se remonta al pop para ilustrar el imperativo arquitectónico de traducir las nuevas tecnologías en formas que representen modelos de existencia. El Pompidou de Piano y Rogers, “con una insólita mezcla entre lo comunitario y lo consumista,” permitió la expresión urbana de ese movimiento, sostiene. Pero acusa a los Venturi –otros proyectistas pop- de identificar lo cívico con lo comercial. ¿Existe relación entre el papel cívico y el poder icónico? Foster considera que el edificio como anuncio ha derivado en iconos instantáneos, en cosmopolitismo banal y en consumidores de arquitectura masivos. Convencido de que “diseñar un espacio público no equivale a trabajar por el bien público”, concreta su crítica en la Zona Cero “y su retórica contradictoria de libertad, perpetuo funeral y defensa acorazada” y llama a no aceptar lo espectacular como sustituto de lo democrático.

Hal Foster pregunta si la ampliación del British Museum –de Norman Foster- “¿es un espacio cívico, turístico, de utilidad social o de distracción masiva?” y acusa al británico de que “la historia aparece como una abstracción en su obra”. Más que el ‘Mozart del Movimiento Moderno’ -como lo llamó Paul Goldberger en el New Yorker- él lo califica como “el Steven Spielberg de la arquitectura: pese a su sensibilidad ecológica, no parece afectado por ningún desastre natural o provocado por la mano del hombre”, escribe recordando que, la firma de Foster no quiere ser catalogada de corporativa a pesar de contar con 1.000 empleados y 22 oficinas por el mundo.

El autor recuerda también que Koolhaas tomó prestado de Dalí su “método crítico-paranoide”, una estrategia que busca la recarga del contenido del mundo, y opina de Zaha Hadid que su motivación de liberar las fuerzas de cada emplazamiento contradice la tabula rasa del suprematismo abstracto que le servía de teoría. “Fracasar en el pensamiento crítico, como hizo la vanguardia, es una cosa, pero repetir ese fracaso –recuperando el pensamiento crítico como estilo- es exponerse al ridículo”.

En un texto que se lee más como una suma de partes que como un todo y que culmina con una entrevista a Richard Serra interesante pero no concluyente, Hal Foster halla en las cajas blancas o los espacios-almacén (como el Dia Foundation de Richard Gluckman) el paso del museo de la interpretación al de la experiencia: “Recáudenme un montón de dinero y les daré buena arquitectura. Recauden más y haré desaparecer la arquitectura” dijo Yoshio Tanaguchi, autor de la ampliación del MoMA. Aunque esta estética de “lo mínimo travestido de máximo” suceda en la era del capitalismo financiero. En un mundo entregado a lo mercantil, la transparencia, para Foster, es preferible a la ambigüedad y su “arquitectura de emociones equívocas”. Así, del intercambio entre el arte y la arquitectura, condena los gestos vacuos: “el presente de cajas negras financieras exige recuperar la transparencia”.

El complejo arte-arquitectura

Hal Foster

Turner, Madrid, 2013

Traducción de José Adrián Vitier

346 páginas. 24,90 euros

Reseña publicada en el suplemento Babelia de El País el sábado 22 de febrero

Comentarios

A veces a mi mismo me doy fastidio...Pero no será porque la Sociedad del espectáculo me da por el santisimo orificio?EXCELENTE POST!!!!!!!!!!
'Presunción de autoridad' frente a 'pasiva razón cínica'... me suena tan árido como necesario. Necesárido.
Buf. Este blog me interesa pero no es para mi. No se puede leer con prisas. Frases como "su motivación de liberar las fuerzas de cada emplazamiento contradice la tabula rasa del suprematismo abstracto que le servía de teoría" las entiendo si las leo dos veces y con un ojo bizco, pero joé, que se puede decir más fácil y sin necesidad de meter palabros que no están en el diccionario. Lo que yo entiendo que quiere decir este señor es que el marketing ha acabado dominando la arquitectura. Pues como ha dominado todo. Igual no me he enterado de nada después de todo.
¡Ah!, y que lo que más me ha gustado del post ha sido el comentario de Raúl.
El posmodernismo puso vigente un lenguaje abstracto que en lugar de transcurrir por el camino de la lógica explicativa, discurre por vericuetos y escondrijos del pensamiento para sugerir pero no para explicar. La crisis actual de la arquitectura no es sino el reflejo de la crisis en otros ámbitos del pensamiento y del oficio determinados y condicionados por el capitalismo globalizado cuyo combustible es el consumo, no la producción de bienes materiales. Ya desde fines de la primera revolución industrial, la producción de bienes materiales (también de la arquitectura), dejó de ser problema. Ahora se trata de incentivar el consumo, de producir todo tipo de bienes para el consumo, también inmateriales de pantalla (programas, soft ware) utilizados como instancias previas de acceso a los bienes tangibles. O sea, la arquitectura es en la pantalla antes de ser objeto. Se la consume antes de ser construida y cuando ya está construida sigue condicionada por la vista virtual, geométrica. La arquitectura desde luego tiene menos crisis que el arte, va detrás de manera analógica pero separada
La posmodernidad es una enfermedad siquica como otra que ni sugiere ni explica pero solo niega la realidad.Ya sea el proceso de formacion historica del presente o las proprias rupturas de tiempos y de espacios que sugieren un futuro posible ( porque siempre imprevisible, no te jode...)De hecho los posmodernos no se dieron cuenta de que nunca salimos de la modernidad como proceso. Todavia mas grave : los posmodernos no se dieron cuenta de que tal vez nunca fuimos modernos...Resumamos : Modernidad y Posmodernidad son dos estafas ideologicas...Y el cambio climatico es una realidad.
ALGO DE LO QUE ENCUENTRO COMO MAS IMPORTANTE EN ESTE LIBRO DE HAL FOSTER, ES UNA VISIÓN HISTORIOGRAFICA QUE ACTUALIZA, DE ALGUNA FORMA, AQUELLO QUE BRUNO ZEVI DESCRIBIÓ CON RESPECTO AL MOVIMIENTO MODERNO Y SU IMPULSO TECNICO CREATIVO, AFIRMA CON FUNDAMENTOS QUE ÉL MISMO VIVE, APLICA Y PRACTICA DENTRO DE LA SOCIEDAD DEL CAPITAL FINANCIERO, CUAL ES EL ORIGEN Y CAMINO POSIBLE CON UNA APOLOGIA DEL ARTE, CIERTAMENTE CONTRADICTORIA, PERO NECESARIA, EN UN MUNDO EN EL QUE LA CRITICA DEJO DE EXISTIR, PARA DAR PASO A PANEGIRISTAS DE LA FORMA PARA COPIA INDISCRIMINADA POR EL MUNDO.

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