_
_
_
_
El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El incidente de Ankara

Rajoy cae en una celada política en Turquía con sorprendente facilidad

MARCOS BALFAGÓN

Es verdad que la diplomacia económica se ha convertido en un renglón clave de la política exterior, pero es difícil imaginarse el grado de pragmatismo que puede adquirir. Los indicios más recientes son la drástica limitación del principio de la justicia universal, en aras de aplacar los enfados del Gobierno de China y de otros grandes de la Tierra, o el estoicismo con que Mariano Rajoy ha soportado la celada tendida en la capital de Turquía, cuando el presidente del Gobierno español pretendía celebrar la construcción de una línea de Metro de 31 kilómetros por una empresa española (junto con otra turca) y el fuerte aumento de relaciones comerciales entre los dos países.

Lo que iba a ser el acto inaugural en Ankara se transformó en una celebración de apoyo al primer ministro turco, Tayyip Erdogan, que se encuentra en plena campaña electoral tras un período muy crítico en la situación interna de su país. En vez de limitarse al habitual corte de cintas y algunos discursos protocolarios, Erdogan hizo participar a Rajoy en un acto ante 5.000 enfervorizados militantes del partido islamista Justicia y Desarrollo.

Resulta sorprendente que fuentes gubernamentales se declaren sorprendidas por la forma en que se desarrollaron los hechos en la capital turca. Llevar la alta representación de un país requiere de preparativos minuciosos y es difícil coger desprevenido a un jefe de Gobierno si este no se deja. Todavía resulta más chocante la situación tras los vapuleos al anterior jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a propósito de la Alianza de Civilizaciones que había montado con Erdogan.

El incidente de Ankara muestra el talante imperativo que domina las relaciones económicas internacionales a lo largo y ancho del planeta, al que cada vez resulta más difícil sustraerse. Aún así, hay formas y formas de gestionar las cosas. De nuevo vuelven a la memoria las dos palabras con las que un jefe del Gobierno italiano, Giulio Andreotti, resumió su valoración de la política en tiempos ya lejanos de España: manca finezza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_