Cuarteos

Creo que la frase es de Alfonso Guerra: lo que desgasta no es el poder, sino la oposición. En su momento, el diagnóstico tuvo mucho sentido, cuando el PSOE navegaba por las aguas de la política española con casi todo a favor y un poder que parecía omnímodo.

Después se han producido en la política española situaciones que han quebrado de raíz la sentencia. José María Aznar se desgastó en un día por su gran manipulación sobre la autoría de los atentados del 11-M. Y José Luis Rodríguez Zapatero, en pocos meses por su negativa a aceptar existencia de la crisis económica. Ha habido más, pero los dos ejemplos son buenos.

Ahora, el Partido Popular afronta un desgaste que ya alcanza proporciones muy sensibles. Y es de una tipología bien distinta. Las encuestas lo van anunciando mes tras mes: el PP baja en intención de voto en toda España. Sin embargo, lo que me parece importante es que eso se produce en cada parte de España, y de forma aparentemente distinta. ¿Hay muchas causas?

El Partido Popular afronta un desgaste que ya alcanza proporciones muy sensibles

Veamos Madrid, donde, por primera vez en muchos años, existe la posibilidad de que los populares pierdan la mayoría absoluta. Si se pregunta a los militantes de la derecha, atribuyen la situación a los devastadores efectos de la crisis. Si se pregunta por la calle, hay un buen número de razones. La corrupción, por supuesto; el paro, por supuesto. Pero, sobre todo, la falta de magnitud del PP. La Comunidad está administrada por dos personas que no han sido elegidas por las urnas y además no aciertan con ni una sola de sus medidas: el juego de Adelson, la candidatura olímpica, el aeropuerto de Barajas, la privatización de la sanidad… ¿Son un par de inútiles Botella y González? La verdad es que sí. Pero hay más: no tienen detrás un partido capaz de enderezarles y ofrecer a los ciudadanos algo que no sea pura demagogia.

De los otros grandes proveedores de votos, ¿qué decir? Pues algo parecido. En Cataluña, el PP lo tiene siempre mal. Pero ahora le ha surgido un partido que se lo come por el centro: Ciutadans tiene la bandera del españolismo no casposo, y el PSC parece enmendar su mensaje, poco a poco, ayudado por la sorprendente presidenta andaluza, Susana Díaz.

Susana Díaz, que se ha convertido en pocos meses en un referente político de primer orden. Una mujer que, acompañada por Izquierda Unida, está asentando el poder de la izquierda que nunca pudo ser desalojada. Allí, ¿qué le pasa al PP? Por supuesto que no tiene líder. Pero también que se ha enrocado en una campaña contra la corrupción que solo golpea a los que ya no están, a los que se fueron con Griñán.

Y habrían de hacérselo mirar con sus grandes cruzadas, como la del aborto y la seguridad. El PP no le ha podido contar todavía a nadie por qué hay que hacer leyes nuevas en esos terrenos. Solo el inmenso reaccionarismo que habita en la cabeza de Mariano Rajoy y algunos de los suyos puede justificarlas. Se cuartean.