La promesa de Túnez
En el capítulo de las libertades, este país da sentido a las revueltas de la 'primavera árabe'
Una vez más, Túnez da el ejemplo. El buen ejemplo. Una vez más, es de este pequeño país del Magreb de donde llegan las escasas buenas noticias que proceden del mundo árabe. (...) Hace tres años, Túnez inauguraba eso que ya no nos atrevemos a llamar la estación de las primaveras árabes: ese momento de la historia de la región está hoy marcada por la guerra (en Siria), el caos (en Libia) y el retorno a la dictadura militar (en Egipto).
Derribado el autócrata cleptómano Ben Ali, el 14 de enero de 2011, el partido islamista tunecino Ennahda, única fuerza organizada, ganó unas elecciones libres y limpias. Muchos tenían dudas sobre el compromiso con la democracia de un partido de la familia de los Hermanos Musulmanes.
Ennahda debía probar su conversión democrática mostrando su disposición a dejar el poder, por las urnas o por un pacto político. Y eso es lo que acaba de suceder. Conforme a un acuerdo, el primer ministro Ali Larayad dimitió el jueves y Ennahda abandona el Gobierno de coalición. En la decisión ha pesado la tragedia egipcia.
Un Gobierno dirigido por un tecnócrata llevará las riendas hasta las próximas elecciones. Mientras, Túnez adoptará una nueva Constitución. Los artículos ya votados reflejan un avance democrático sin igual en el mundo árabe: abandono a la referencia a la sharía, mención expresa de que Túnez es un “Estado civil”, libertad de conciencia y de culto, igualdad de los ciudadanos ante la ley e incluso paridad obligatoria en las listas electorales. Al menos en el capítulo de las libertades, Túnez da sentido a la gran revuelta de hace tres años. (...)
París, 9 de enero
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