De los ‘presos vascos’ y su causa
Cuando este sábado discurra la manifestación que la red Tantaz Tanta convoca por los derechos humanos de los presos y el fin de la dispersión, pensaré de nuevo como ayer y mañana. Estaré siempre con los derechos humanos de todas las personas, presas o no. Creo que la dispersiónha tenido su sentido en muchos casos, y hoy la ha dejado de tener.
Admito que otros nunca hayan visto ese sentido; no es un absoluto ni legal ni moral; cabe discutirlo. Si lo hubiese visto como una prohibición legal y moral absoluta, no diría lo anterior, ni me hubiera callado. Absoluto legal y moral es que nunca se puede torturar, nunca. No es lo mismo. Lo parece, pero no lo es.
Creo que hay que terminar con la dispersión. Pero no me callaré que los presos —y los expresos— han cometido aberraciones y asesinatos tan claros que deben reconocerlo públicamente. No sé la fórmula, pero tienen que dar con ella; y no vale solo un “nos responsabilizamos de las consecuencias multilaterales del conflicto político”. Estamos hablando de admitir una culpa y dolerse por ella.
Ellos —y quienes quieran legítimamente hablar del trato justo que merecen— deben reconocerlo sin ambages. Pero una cosa no es condición de la otra. Los derechos humanos son humanos siempre, y son debidos a los humanos siempre; y no se pierden ni en la cárcel ni fuera; ni las víctimas ni los victimarios presos. Nunca (por eso defiendo lo que he dicho de la dispersión en el pasado).
Por la paz justa, no apoyo la manifestación de la red Tantaz Tanta. La creo radicalmente sesgada en su causa y legitimación.— J. Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete.
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